En esta época en la que por todas partes todo el mundo está atareado en crear nuevas patrias, la patria, para el pensador imparcial, para quien sabe elevarse por encima de su tiempo, no se encuentra en ninguna parte y se encuentra en todas partes.
En esta época en la que por todas partes todo el mundo está atareado en crear nuevas patrias, la patria, para el pensador imparcial, para quien sabe elevarse por encima de su tiempo, no se encuentra en ninguna parte y se encuentra en todas partes.
¿No es curioso que en un mundo lleno de odios irracionales que
amenazan a la civilización, hombres y mujeres –viejos y jóvenes– se
alejen del todo o en parte de la enojosa corriente de la vida cotidiana
para dedicarse a cultivar la belleza, ampliar el conocimiento, curar
enfermedades, aliviar el sufrimiento, como si en forma simultánea
los fanáticos no se dedicaran a sembrar dolor, fealdad y sufrimiento?
El mundo ha sido siempre un lugar confuso y desalentador; sin
embargo, los poetas, artistas y científicos han ignorado los factores
que, de prestarles atención, los habrían paralizado. Desde el punto de
vista práctico, la vida intelectual y espiritual es, a primera vista, una
forma inútil de actividad a la que se entrega la gente porque le brinda
mayores satisfacciones de las que obtendría de otra manera. En este
escrito examinaré hasta qué punto la búsqueda de esas satisfacciones
inútiles resulta ser, en forma inesperada, la fuente de una utilidad
jamás soñada. (...)
Las instituciones de enseñanza
deberían dedicarse a cultivar la curiosidad y cuanto menos se desvíen
por consideraciones de utilidad inmediata, más probable es que contribuyan
no solo al bienestar humano sino a la igualmente importante
satisfacción del interés intelectual, el cual se ha convertido en la pasión
dominante de la vida intelectual en los tiempos modernos. (...)
Las consideraciones que he hecho subrayan –si fuese necesario
subrayar– la enorme importancia de la libertad espiritual e intelectual.
He hablado de ciencia experimental y de matemáticas; pero lo que
digo es también cierto de la música, el arte y cualquier otra expresión
del espíritu humano libre. El simple hecho de que brinden satisfacción
a un alma individual que busca purificarse es toda la justificación que
necesitan. Y al justificarse sin hacer referencia, implícita o actual, a
la utilidad, justificamos las escuelas, las universidades y los institutos
de investigación. Una institución educativa que libera generaciones
sucesivas de almas humanas está plenamente justificada, bien sea que
tal o cual graduado haga o no una contribución útil al conocimiento
humano. Un poema, una sinfonía, una pintura, una verdad matemática,
un nuevo hecho científico, todos ellos tienen en sí mismos todas las
justificaciones que necesitan o requieren la universidades, las escuelas
y los institutos de investigación.
El asunto que estoy discutiendo es hoy causa de peculiar conmoción.
En grandes zonas del mundo –en especial en Alemania e Italia–
se están haciendo esfuerzos para reprimir la libertad del espíritu
humano. Se han reorganizado las universidades hasta convertirlas
en instrumentos de quienes profesan un credo político, económico
o racial particular. (...)
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7209227
La utilidad de los conocimientos inútiles. Revista de Economía Institucional, vol. 22, n.º 42, primer semestre/2020, pp. 49-63
issn 0124-5996/e-issn 2346-2450
Flexner, Abraham
“La palabra, las palabras, están en el centro de todo. Son el embrión que no solo describe y señala y nombra el mundo sino que lo ordena y puede salvarlo, reordenarlo. La palabra es nuestra principal conexión con la realidad y la poesía su mejor vía. Por eso es necesario que las liberemos de ese yugo en el cual las hemos metido”.
“Yo no he elegido la literatura, sino la poesía. No son la misma cosa. La literatura es una posibilidad de la lengua, la poesía es una manera de despertar la palabra. Y debemos hacer una distinción fundamental entre la lengua y la palabra. La lengua es un conjunto de nociones que nos permiten encontrar diferentes aspectos de la realidad, la literatura es la construcción que hacemos de ella por medio del lenguaje. Todas las experiencias están aquí permitidas, todas las distracciones e irresponsabilidades. La poesía es la respuesta que se lanza en dirección a la lengua, cuando nos preguntamos acerca de nuestras necesidades fundamentales. No es un lugar para divertimentos, ni de la experimentación existencial: es el lugar de la exigencia de la responsabilidad”.
“Lo que ha ocurrido es que el sistema educativo ha tenido una preocupación sociológica, científica y psicológica que ha desviado la atención de esta relación que la palabra poética establece con el mundo. Se ha cambiado la experiencia poética directa por la explicación del poema y esa reflexión académica ha dado paso a una situación en la cual la poesía no puede respirar. He ahí el problema con la recepción de la poesía”.
Sentir. Sin temor. Expresar, sin miedo. Dar rienda suelta a la memoria para poder interpretar los versos que cobran nueva vida en cada lector. Algunas personas siguen ahí, asomadas en silencio a lo que dice él, ahora entre lo finito y lo infinito. Pastorea el Tiempo donde está inmerso el ser humano y con el que debe aprender a relacionarse.
“La poesía hace acercamientos más profundos a la condición humana, a lo que sabemos y está detrás. Las grandes obras de la poesía se han arriesgado mucho antes por los laberintos de la conciencia nuestra. En las dudas de Hamlet es donde la modernidad encontró su suelo más fértil”.
La realidad con sus encrucijadas está presente en El territorio interior: “Existir, pero de otra forma, y no en la superficie de las cosas, en el meandro de los caminos, en el azar: como un nadador que se sumergiese en el porvenir para emerger luego cubierto de algas, y más ancho de frente, y de espaldas”. Ir más allá de las quimeras es su invitación, dar a cada cosa su lugar y función. “Es la relación con el otro la esencia del pensamiento moral”. Considera que la poesía es el origen de la preocupación ética o filosófica. No duda en soplarnos que “la sociedad sucumbirá si la poesía se extingue”.
Palabras e ideas embajadoras en poemas como La rapidez de las nubes:
En mi sueño de ayer
El grano de otros años ardía a fuego lento,
Sin calor, en el suelo embaldosado.
Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua límpida.
¡Oh amiga mía,
Qué distancia tan débil separaba nuestros cuerpos!
La hoja de la espada del tiempo que merodea
Hubiese allí buscado en vano lugar para vencer!
https://elpais.com/cultura/2014/02/07/actualidad/1391788213_007468.html
Mirad las personas que corren afanosas por las calles. No miran ni a la derecha ni a izquierda, con gesto preocupado, los ojos fijos en el suelo como los perros. Se lanzan hacia adelante, sin mirar ante sí, pues recorren maquinalmente el trayecto, conocido de antemano. En todas las grandes ciudades del mundo es lo mismo. El hombre moderno, universal, es el hombre apurado, no tiene tiempo, es prisionero de la necesidad, no comprende que algo pueda no ser útil; no comprende tampoco que, en el fondo, lo útil puede ser un peso inútil, agobiante. Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país en donde no se comprende el arte es un país de esclavos o robots, un país de gente desdichada, de gente que no ríe ni sonríe, un país sin espíritu; donde no hay humorismo, donde no hay risa, hay cólera y odio […].
Por que esta gente atareada, ansiosa, que corre hacia una meta que no es humana o que no es más que un espejismo puede, súbitamente, al sonido de cualquier clarín, al llamado de cualquier loco o demonio, dejarse arrastrar por un fanatismo delirante, una rabia colectiva cualquiera, una histeria popular. Las rinocerontitis más diversas, de derecha y de izquierda, constituyen las amenazas que pesan sobre la humanidad que no tiene tiempo de reflexionar, de recuperar su serenidad o su lucidez […].