No se esfuercen, señores. Cuando su credibilidad está bajo mínimos, pueden recurrir a lo de siempre: instrumentalizar algunos sentimientos de la población desviándolos hacia lo que a ustedes les interesa. Sin embargo, los hechos son tozudos. Sus serviles políticas antisociales ya no se pueden maquillar. Disfrácense de defensores de entelequias con patéticos ribetes mesiánicos. La gente sufre directamente sus ataques a los derechos fundamentales. Ustedes saben bien que cada manifestante, cada huelguista, representa y defiende las conquistas que ustedes están pisoteando sin escrúpulos. No hablen en nombre de ningún pueblo. Los pueblos están hablando cada día en la calle contra su gestión y su política.
No se esfuercen, señores. Sus maniobras y señuelos posiblemente les permitirán volver a ocupar unos u otros cargos para seguir defendiendo los intereses que se tornarán más evidentes al día siguiente de sus pírricas victorias.
Hay una realidad que se esfuerzan en ignorar. No lo olviden.
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