Que no se quiera ver, se entiende. Que no se pueda ver,
también. En cualquier caso, la vida continúa, riéndose entre dientes.
Lo más
patético de ciertas percepciones es su incapacidad para captar la complejidad.
Como indica Habermas en Teoría de la acción comunicativa: A nosotros, que pertenecemos a un mundo de la vida moderno, nos irrita
el que en un mundo interpretado míticamente no podamos establecer con
suficiente precisión determinadas distinciones que son fundamentales para
nuestra comprensión del mundo.
El problema es que el mundo sigue siendo reinterpretado a la
sombra de nuevos y viejos mitos. A quienes sólo pueden o quieren ver fieles o
infieles, nacionalistas de aquí o nacionalistas de allá, proletarios o
burgueses… no les recomiendo nada pues, como diría W. Benjamin convencer es estéril y tampoco dispongo
del beneficio ni del perjuicio de ninguna fe religiosa o laica.
Me dirijo a quienes no se encuentran en ningún sitio, según
la agudeza, la precisión analítica de tales esquemas dicotómicos. Tranquilos:
existimos, luego pensamos.
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