lunes, 7 de octubre de 2013

De brotes, giros y trucos





¿A qué son debidos los cambios, los aparentes giros de los gobernantes en cuestiones fundamentales como los derechos sociales o la participación en intervenciones militares?

Pretender saldar las críticas y las iniciativas que cuestionan el actual funcionamiento de las cosas con estigmas y caricaturizaciones no es algo nuevo, mas refleja, cuando menos, incapacidad para la argumentación y el debate, indigencia teórica y de talante democrático. Es inaceptable desde el punto de vista intelectual (no digamos ético), por ejemplo, aventar un término como "perroflauta" para intentar desacreditar un movimiento ciudadano de protesta y reivindicación. Después, cuando la gente habla de los políticos en general o de las multinacionales en general, o de las instituciones en general, exigimos mucha cautela y discriminación (necesarias siempre, no cuando nos lo dicta la ley del embudo).

Yo no creo, ni en esto, ni en lo otro, ni en todo lo contrario. No creo. Observo y reflexiono. No todo son hilos que se mueven desde ciertas esferas, evidentemente, pero dejar de intuir los que existen, por más que nos los hagan transparentes, tampoco. ¿Qué ocurre cuando los intereses privados o de un sector se anteponen en la práctica -nunca en el discurso por supuesto- a los de la ciudadanía en general? Podemos ignorar que la realidad alberga intereses confrontados y "creernos" los discursos, la mercadotecnia que los niega. Pero ese burdo truco hegeliano no me sirve. Las guerras son armas que se venden, zonas de influencia y control de recursos. ¿Acaso el mercado y la economía responden en primer lugar a la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la mayoría de la población? El campo de la cultura no necesita ejemplos, por desgracia (hablan cada día cineastas, hombres de teatro, editores, libreros, músicos…). Respecto al saber en nuestros días... ¿En qué criterios implícitos, bajo que condicionantes de perentorio pragmatismo se aprueban las líneas de investigación prioritarias de nuestras universidades (las que sobreviven)? Comparemos el precio de las matrículas universitarias de Francia y de España. Comparemos las ayudas a los jóvenes. Es obvio que a los del “que se jodan” no les afecta personalmente que tantos jóvenes se vean abocados a dejar la universidad o, por su situación familiar, no se planteen siquiera la posibilidad de acceder, tengan que marcharse a otros países en busca del trabajo que aquí se les niega o huir de unas condiciones laborales denigrantes. Pese a esos brotes verdes que nos pintan de vez en cuando, la realidad sigue siendo terca y demasiado cruda para necesitar más descripciones: millones de parados, jóvenes sin futuro, corrupción entre quienes exigen “sacrificio”, retroceso en derechos adquiridos con sangre, sudor y lágrimas… Nos involucran en guerras sin tener la decencia de plantearlo en las instituciones democráticas –no vaya a ser…

¿Vamos abriendo caminos? ¿O vamos, con unos gobernantes sometidos, en dirección contraria? Y es en el terreno de las alternativas donde uno echa en falta los brotes verdes. El viejo fantasma de la división recorre la llamada izquierda. Pero este arduo tema requiere mucho más que otro artículo para ser abordado en profundidad, con todos los factores que intervienen, no solo los coyunturales. De nuevo: ¿interesa?

Las distintas fes (incluidas las laicas) nos impiden ver, no nos dejan situarnos en ese equilibrio desde el que se podrían conseguir grados de objetividad en los análisis y, en el terreno de los proyectos, mayores cotas de libertad y bienestar social.

Hay demasiadas preguntas incorrectas por formular correctamente. Pero no interesan, simplemente. No me interesa tener razón. Cada cual que se pelee con las suyas. Ojalá me equivocase. Al menos que no cuenten con nuestro silencio.




Artículo no publicado en los diarios a los que se envió para la sección de opinión. Ha pasado septiembre. Hay temas mucho más importantes, plumas más atentas, nuevos brotes verdes...






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