Podríamos proponer que el éxito último de la homeostasis cultural depende de un frágil esfuerzo civilizador dirigido a reconciliar diferentes objetivos de regulación. Por ello, esa calmada desesperanza de F. Scott Fitzgerald (“y así seguimos, luchando como barcos contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado”) sigue siendo una manera clarividente y apropiada de describir la condición humana.
El extraño orden de las cosas. Ed. Destino, Barcelona, 2018
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