Blanca Portillo entrevistada por Rocío Ponce para El Público (fragmentos) 31 de julio de 2011.
¿Cómo es la Antígona' que dirige Mauricio García Lozano?
Es tremendamente fiel a Sófocles, está sintetizada para reflejar perfectamente todos los conflictos que plantea la función: gobierno contra ciudadanos, individuo contra colectivo, viejos frente a jóvenes, hombres y mujeres, vida y muerte, normas e impulsos naturales
Conflictos tremendamente vigentes.
Yo los veo en todas partes, la actitud de la gente joven frente al inmovilismo, el impulso de lo femenino frente a un organigrama construido por hombres, porque estemos donde estemos siempre hay un hombre más arriba. Sobre el peligro de detentar el poder ya dijo Sófocles hace más de 2000 años que no se conoce al ser humano hasta que está en una posición de poder. El poder es un lugar que saca cosas de los seres humanos y Antígona está ahí diciendo lo que no es correcto. No es que los griegos sean muy actuales, sino que es la pura realidad.
Blanca Portillo durante un ensayo. GRACIELA DEL RIO
¿Tan previsible es el ser humano?
Desgraciadamente, sí. Creo que el mensaje que el director lanza con la función es que una pequeña mujer, casi adolescente, con una profunda convicción emocional consigue reventar el sistema. Siempre habrá alguien que desde la honestidad pueda desequilibrar las cosas, estoy convencida o, al menos, confío en que es así.
En esta edición del Festival de Mérida hay tres versiones de Antígona', ¿por qué?
La razón es porque es esencial al teatro que un mismo texto tenga diferentes lecturas, sino haríamos cada obra una sola vez en la vida. Queríamos hacer un ejercicio de teatro, todos conocemos la historia de Antígona, de Medea o de Edipo, lo importante es cómo nos lo van a contar esta vez. Y como esa es la esencia del teatro, decidimos poner sobre los escenarios de Mérida la evidencia de que lo importante no es la variedad de textos sino los puntos de vista. También es porque estoy cansada de que la gente hable de teatro como si fuera algo ajeno a la vida, la tragedia no es un género literario, es un hecho real.
¿Qué le hace sentir ese desasosiego?
La gente tiene más necesidad de no pensar que de pensar, o eso nos quieren hacer creer. Porque luego cuando el público ve algo que le conmueve, se implica. Hay una idea que aún pulula por ahí de que el teatro pertenece al entretenimiento. Y no es ocio sólo, aunque no digo que no pueda ser divertido. También es reflexión, y por ella existe. Cuando llegué a la dirección del festival me lo planteé, si llevamos dos mil y pico años subidos al escenario diciendo las mimas cosas no es que seamos divertidos, porque hay otras diversiones mucho mejores hoy en día, debe ser que somos necesarios.
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