La presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica de Oriol, se
disculpa después de que el pasado jueves no considerara acertado que la
normativa obligue a pagar a los jóvenes que ni estudian ni trabajan ('ni-nis'),
"aunque no valgan para nada", un salario mínimo "que no
producen". "Todos compramos cuando lo que se nos ofrece es a precio
razonable", aseguró.
Señora de Oriol, a gente como usted no la quiero ni
regalada.
Cuando unos trabajadores, ante la perspectiva del paro al
que les envía un empresario que ha llevado a la ruina su propia empresa, se
arriesgan, capitalizando la prestación por desempleo y demuestran, como
cooperativa, que la empresa es perfectamente viable, demuestran quién es el que
sobra, el que no vale para nada. Él, en cambio, no podía prescindir como tal de
sus trabajadores.
¿Quiénes fueron los que provocaron la crisis económica
internacional? ¿Los trabajadores? Sin especulación las cosas funcionarían, sin
trabajo, no. ¿Quién no vale para nada?
Los políticos que les bailan a ustedes el agua mientras
recortan los derechos de la gran mayoría, ¿para qué valen? ¿Valen para
solucionar los problemas sociales?
Podría seguir… pero baste decirle, señora de Oriol, que los
únicos que valen para otro mundo más justo, más vivible, son los que se ganan
el pan con el sudor de su frente, no con el sudor del de enfrente. En éste, en el que usted tiene micrófonos para soltar sus lindezas, las personas son mercancías, mientras las necesitan. En éste, tan suyo,
la generación de jóvenes mejor formada de la historia de este país ha de
buscarse la vida fuera, sufrir el paro o arrastrarse en condiciones laborales propias
de nuevas formas de esclavitud económica.
Ya que usted no tiene la decencia de dimitir, ni la van a
hacer dimitir, le diría la frase más conocida de José Antonio Labordeta en el Congreso.
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