Sé muy pocas cosas, es verdad. De tanto rumiar mis equivocaciones en la vida, constato que apenas si me quedan certezas. Pero hay una que cobra cada día más fuerza: sin reflexión, sin pensamiento, sin utilizar las propias neuronas para algo más que los automatismos y los reflejos propios de determinadas áreas cerebrales, ¿qué soy?
Puesto que la inteligencia es sentiente y se fundamenta en unas circunstancias, en un momento histórico, en un lenguaje… puedo decir que existo, luego quizás piense.
Y siento, y pienso:
¿Por qué quien más motivos tiene para callar, para esconder su vergüenza, si la tuviere, es siempre quien más grita?
¿Quizá porque cada vez hay más gente que oye y menos gente que escucha?
¿Quizá porque la escucha es activa?
Callen, si les queda algo de decencia. Callen todos aquellos que recortaron en sanidad y servicios públicos, desde el centro o desde la periferia. Callen, por favor. ¡No mienten a los muertos! ¿No ven que son ustedes mismos los que se incriminan?
Por una vez podrían olvidar sus mezquinos intereses partidistas y arrimar el hombro, como está haciendo, tragándose las lágrimas, la población. Los hombres y las mujeres que sostienen y levantan los países con su trabajo honrado. Por una vez, tomen ejemplo de la gente humilde y trabajadora que pagará, como siempre, las consecuencias de esta situación.
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