domingo, 10 de mayo de 2020

Homenaje





A las trabajadoras y trabajadores de la sanidad y de todos los servicios esenciales


Comprobáis, una vez más, en vuestra propia piel, quiénes sostienen y levantan la sociedad y los países, a menudo en las peores condiciones laborales, sin el merecido reconocimiento, o soportando la precarización e incluso, en muchos casos, la discriminación. Han conseguido dividirnos en tantos subsectores que sería necesario matizar cada situación. Lo que ha quedado en evidencia es cuánto os necesitamos.
Sin embargo, esta conciencia puede traducirse en medidas, en apoyo concreto o difuminarse, como los aplausos que dejan paso al silencio.
La realidad es tozuda. Pondré un solo ejemplo, de los muchos que estamos viviendo ya. Para los futbolistas profesionales sí hay test. La lógica económica, incluso social, se impone a la razón, a la justicia, a la moral. ¿Cómo hacer prevalecer la lógica de la conciencia, de aquellas enseñanzas que en teoría hemos adquirido con la situación actual? Admito que en ciertas esferas, no lo sé. Probablemente el avance tendría que comenzar en una opinión pública que exigiese ética y valores a los que nos representan y a otras instancias. Creo, de ahí su dificultad, que depende de cada uno de nosotros, en gran parte. En los pequeños gestos cotidianos puede simbolizarse y concretarse alguna de las claves. Aplicar, en los grados de coherencia que nos sea posible, aquello que valoramos en teoría cuando la realidad nos golpea. Ejercer la libertad. A la hora de comprar, elegir. A la hora de consumir ocio, elegir. Es difícil, porque requiere deliberación, discernimiento, continencia, voluntad… Requiere aptitudes que seguramente han sido relegadas y actitudes a las cuales, quizá, no estemos acostumbrados.
Pero ahora, compañeras y compañeros de todos los sectores mencionados, me uno a la población y quisiera transmitiros, con estas líneas, un abrazo fraternal.
Cuando os sintáis desamparados, impotentes, solos..., no os confunda, por favor, este funcionamiento de la economía, estos valores (la ausencia de otros), los mecanismos de la iniquidad y la deshumanización. Sentid el agradecimiento más sincero y profundo de esa inmensa mayoría que siente, piensa y que está con vosotros, aunque no sepamos muy bien cómo concretarlo en la práctica. Porque, como afirman desde la antigüedad los filósofos, una cosa es saber qué es el bien y otra que lleguemos a ser buenos.




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