Fotografía: Roberto Hernández |
Querid@s contertuli@s:
Gracias por vuestras intervenciones, honestas y enriquecedoras, como siempre.
Lo pasé especialmente bien, porque funcionó la propuesta de agilizar y dar más tiempo a la participación, como un tributo al espíritu del pequeño gran libro que nos ocupaba.
Las diversas perspectivas y opiniones se complementaron. Cada cual lee un libro diferente, incluso cuando lo relee en momentos diferentes de su vida.
Hay una apreciación que no supe matizar. Cuando María Zambrano escribe Persona y democracia, en el mismo título ya establece lo esencial de la propuesta que intentará hilvanar. Como la historia nos ha enseñado, sin libertad, difícilmente puede desarrollarse globalmente la persona. Y sin respetar y atender a todos y cada uno de los seres humanos, difícilmente puede desarrollarse una democracia que merezca llamarse así. Al contrario que en las tendencias dicotómicas al uso (centrarse en el interior de cada uno o centrarse en el entorno), María, como en tantos aspectos, rompe fronteras. Humanizar la historia y el crecimiento de las personas son un mismo proceso dialéctico interminable. No dos procesos que puedan separarse, y menos aún contraponerse.
Muchas gracias a todos.
Un abrazo fraternal.
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