Me gané un tortazo por este inicio de batería. Subí todos los mandos de la mesa de mezclas. Los bafles resistieron. Mi orgullo de muchacho se tambaleó, lógicamente. Aprendí de las generaciones anteriores lo que no deberíamos hacer en ningún caso. También aquello que apreciaba. Respecto a la violencia, no sirve de mucho juzgar desde el presente. Sirve la íntima decisión de no caer en errores ancestrales.
Era rock and roll, quien lo vivió, lo sabe. Nací con esa fusión salvaje (interculturalidad, lo llama la antropología).
Cuatro años tenía cuando, a aquel país del miedo y la derrota que asimilan los niños sin comprender, llegaban ecos ahogados de las calles de París y de las universidades americanas.
"Dejaré crecer mis cabellos" escribió Federico.
Con el tiempo, la comodidad acabó con mi pelo largo; y el cansancio, con la distorsión de los amplificadores.
Nunca completamente.
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