Y hasta el sagaz instinto de los animales les hace percibir
que no nos sentimos a gusto, ni seguros,
en este mundo interpretado. Tal vez nos queda un árbol
en la ladera, para que sea posible contemplarlo
RAINER MARÍA RILKE. Elegías de Duino. Poesía Hiperión, Madrid, 1999. Edición y traducción de Jenaro Talens.
No hay comentarios:
Publicar un comentario