Y el manojo de árboles vetustos
PUSHKIN
Crecí en medio de un silencio de arabescos,
en la habitación infantil y fría del joven siglo.
No me era grata la voz de los hombres,
sólo entendía la del viento.
Yo amaba la ortiga y la bardana,
pero por encima de todo el sauce plateado.
Agradecido, él vivió siempre junto a mí,
sus ramas sollozantes
cubrían de sueños, mi insomnio.
Y, extrañamente, le he sobrevivido.
Afuera el tronco cercenado permanece
mientras otros sauces con voces alienadas
algo dicen bajo nuestro cielo.
Y yo guardo silencio….como si hubiera muerto un hermano.
Soy vuestra voz. Antología, Ed. Hiperión, Madrid, 2005, La caña, (1940)
Visto en Revista Alga, nº 58: http://www.castelldefels.org/entitats/alga/58_centrales.htm
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