Oigo múltiples voces
como se dice que oye un loco.
Oigo hablar a los árboles
como se dice que oye un brujo.
Quizás yo soy un loco,
o soy un brujo.
Quizá estoy loco
porque las voces me atraen,
urgíéndome desde la luna
de medianoche y el silencio
de mi escritorio a caminar
sobre la cresta de las olas
a través de un mar.
Quizás soy un brujo
oyendo savias que hablan,
viendo dentro del árbol;
pero uno ha perdido sus poderes
de invocación.
Mas ahora las voces y los árboles
dicen un nombre; una figura
grabada en el silencio, cruza
a través de la cara de la luna, pisando
continentes y mares.
Y yo alzo mi mano-
mi mano temblorosa, estrujando
mi corazón como pañuelo
y lo hago ondear y ondear -y ondear-
pero ella
vuelve la vista a la distancia.
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