jueves, 21 de junio de 2012

A los mineros





Para recordar a algunos lo que ha sido este trabajo y las circunstancias en que se desarrolla aún hoy en ciertos lugares.

Para denunciar la explotación y el maltrato de todos los niños del planeta, en una época en que tantos derechos humanos siguen siendo papel mojado en realidad.

Para vindicar la cultura, la poesía, la canción, la educación, la palabra… como herramientas legítimas de los que sufren, frente a la fuerza y la violencia de la injusticia.

Dejémosles la violencia como patrimonio a quienes viven por y para la injusticia. Enarbolemos la razón y la palabra como nuestras señas de identidad, hasta desarmarlos. Vamos despacio porque vamos lejos.

Comprendo perfectamente ese tono de orgullo con que se suele decir: mi padre es minero. Ante este panorama social, en el que tantos vividores a costa del sudor del de enfrente siguen ciegos a la angustia, siguen encapsulados en su propia usura... Yo también digo: mi padre fue minero.








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