Hay varios medios para disminuir la fuerza de las incitaciones al odio. El mejor, sin duda alguna, cuando es posible, consiste en curar los males que nos impulsan a buscar un enemigo. Cuando esto no se puede lograr, a veces es posible conseguir una comprensión universal de las causas que producen nuestras desdichas. Pero mientras que en la política y en la prensa existan fuerzas poderosas que medren estimulando la histeria, es difícil poner en práctica esta medida.
Autoridad e Individuo. F.C.E.
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