Escribir viene a ser lo contrario de hablar: se habla por necesidad momentánea inmediata y al hablar nos hacemos prisioneros de lo que hemos pronunciado, mientras que en el escribir se halla liberación y perdurabilidad -sólo se encuentra liberación cuando arribamos a algo permanente-. Salvar a las palabras de su momentaneidad, de su ser transitorio, y conducirlas en nuestra reconciliación hacia lo perdurable, es el oficio del que escribe.
Revista de Occidente, mayo de 1933
Desgraciadamente, cada vez se escribe menos. Y, cuando escribimos, lo hacemos como si hablásemos, me temo.
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