Cualquiera que participe en una argumentación demuestra su
racionalidad o su falta de ella por la forma en que actúa y responde a las
razones que se le ofrecen en pro o en contra de lo que está en litigio. Si se
muestra abierto a los argumentos, o bien reconocerá la fuerza de esas razones,
o tratará de replicarlas, y en ambos casos se está enfrentando a ellas de forma
racional. Pero si se muestra sordo a los argumentos, o ignorará las razones en
contra, o las replicará con aserciones dogmáticas. Y ni en uno ni en otro caso
estará enfrentándose racionalmente a las cuestiones.
An Introduction to Reasoning, Nueva York,1979
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