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Fotografía: José Ángel Hernández |
La falta de reacción ante el avance de la barbarie ha sido analizada en la historia del siglo XX desde todos los puntos de vista. ¿Para prevenirnos, para procurar que no la volvamos a padecer? Esa sería la intención de los autores. Sin embargo, parece que aprenden más los interesados eventualmente en nuevas y viejas formas de horror que las potenciales víctimas, aquellos que siempre pagan las consecuencias de las crisis, de las guerras, de la usura...
Nos van acostumbrando al crimen. Arrasan escuelas y hospitales, asesinan inocentes. Ascienden los que atacan los derechos y las libertades, los que mienten, los que criminalizan a quien se ve forzado a emigrar.
Si seguimos buscando sólo en nuestro interior, sin reparar en que está constituido en su esencia por las relaciones con los demás, desde el lenguaje, hasta la ética, pudiera ser que nos perdiéramos en un vacío y un aislamiento que nos vuelva impotentes y nos anule como personas.
Leo que la palabra solidaridad proviene del latín soliditas que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza.
Somos humanos. Tras la insensibilización llega la muerte.
En estos tiempos,nada más subversivoque impartir afecto.
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