Libro VI
(fragmentos)
Así como los niños temerosos
Se recelan de todo por la noche,
Así nosotros, tímidos, de día
Nos asustamos de lo mismo a veces
Que despavorir suele a los muchachos. 50
Preciso es que nosotros desterremos
Estas tinieblas y estos sobresaltos,
No con los rayos de la luz del día,
Sino pensando en la Naturaleza:
Mi voz la cantará con nuevo aliento.
..........
Puesto qué la ignorancia de las causas
Los fuerza a sujetar Naturaleza
Al imperio de dioses y a ponerles
En sus manos el cetro, y se imaginan
Que algún poder divino hace las obras
Cuyo primer resorte ellos ignoran:
Porque los que estuvieren persuadidos
De que los dioses viven descuidados,
Si no obstante se admiran de las causas,
En especial de aquellas apariencias 80
Que encima de nosotros se descubren
En la región etérea, nuevamente
Caen en su inveterado fanatismo,
Y nos ponen tiranos inflexibles,
A quienes para colmo de miseria
Les conceden poder ilimitado;
Ignorando qué cosa existir puede,
Cuál no puede, y los límites precisos
Que la Naturaleza ha señalado,
En fin, a la energía de los cuerpos, 90
Por lo que más y más se descaminan.
..........
Y allí los daban muerte inevitable
La pobreza y el morbo: se velan
A veces los cadáveres tendidos
De los padres encima de los hijos,
Y los hijuelos el postrer aliento
Sobre padres y madres exhalaban.
El contagio en gran parte provenía 1850
De la gente del campo, que a millares
A la ciudad enfermos acudían:
Todos los sitios públicos y casas
Estaban llenos; por lo mismo entonces
Con más facilidad amontonaba
Apiñados cadáveres la muerte.
Muchos de sed morían en las calles;
Y después de haber otros arrastrado
Hacia las fuentes públicas sus cuerpos,
Sin vida allí quedaban extendidos, 1860
Ahogados al sentir la gran dulzura
Que les causaba el agua que bebían:
Y las calles estaban ocupadas
De unos lánguidos cuerpos medio muertos
Hediondos y sucios y andrajosos,
Cuyos miembros podridos se caían:
La piel sola tenían sobre el hueso,
En la que ya las úlceras y podre
Habían producido el mismo efecto
Que hace la sepultura en el cadáver. 1870
La muerte, en fin, llenó de cuerpos muertos
Todos los templos santos de los dioses,
Y estaban de cadáveres sembrados
Todos los edificios de deidades;
Los hicieron posadas de finados
Los sacristanes: importaba poco
La religión ya entonces y los dioses,
Porque el dolor presente era excesivo.
Y se olvidó este pueblo en sus entierros
De aquellas ceremonias tan antiguas
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