A José Hernando
He llegado a este puente
donde el Ebro se ensancha
y te escribo,
y me escribo,
frente al brazo que levanta una estrella.
El agua, ya serena,
pide al viento que gire
y la entretenga
en el remanso
que la ciudad ignora.
Amenazan las nubes a lo lejos,
un verano que nace
con incipientes frutos abatidos.
Mas el agua persiste en sus reflejos,
se arremolina y pasa
ajena a las murallas.
El Ebro,
con su sabor a tierras olvidadas
a las que diera nombre,
intuye ya el salitre
y, sin embargo,
fluye.
Sus destellos
evocan la mirada
de una joven que amamanta a su hijo.
Querido amigo,
este río presiente
que le esperan las aves,
la tierra fértil
que fue ganando al mar.
Querido amigo,
me encuentro
hablando con el Ebro
y te escucho.
José Ángel Hernández
Tortosa, 25 de junio de 2014
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