Vídeo: José Ángel Hernández
A las víctimas,
a los voluntarios
y al pueblo de Valencia.
¿Cuánto dolor podría
soportar vuestra luz?
¿Cómo aceptar la muerte?
¿Qué puedes hacer tú?
¿Por qué otra vez tu rostro
sin blanco y sin azul?
Ni designios divinos,
ni señal del augur.
Es la mano del hombre,
sus ojos, sus entrañas,
que abrigan o despojan,
que asolan o que aman.
El control y el dominio
sobre las cosas clama
por control y dominio
sobre nuestra mirada,
que ha de ser compasiva,
atenta, tierna, humana,
como aquellas que corren
a tu lado y te amparan.
Azahar, la memoria
de la ausencia y las lágrimas.
Del dolor nacerá
el sueño de la infancia.
Infancia entre Irún y Cheste. Familia, amigos entrañables y maestros de los que no se pueden olvidar.
ResponderEliminarTomad este poema como una ofrenda solidaria, de un voluntario de la palabra.
Cuando algo me toca en lo personal, los versos eligen la endecha para desplegarse, como las alas de un pardal, ligeras y vivaces, sin colores vistosos. Como el canto que se musita íntimamente por los caminos de un campo castigado.
Ha sido horroroso pero una vez más queda demostrado que somos un pueblo, único, solidario y luchador hasta la extenuación.
ResponderEliminarGracias a todos.