Como un niño
prendado
que descubre
partículas
de insólitos colores
sin las cuales
el aire
no sostiene
y en adelante
evitará su tacto,
pidiera
comprensión
si no hay susurro
en el pasar
de página,
si desoyera
por entre las palabras
vuestros pasos.
Disculpad
si aún emprendo
sin armas
ni bagaje
otras miradas
—el único paisaje
de luz
no detenida.
Inerme,
en el aire,
la semilla acaba.
De Pavesas
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