Una garcilla alza el vuelo a mi paso por la isla de los Faisanes, hacia el cañaveral. Silueta de un Jaizkibel repoblado. Descanso frente a restos de la cimentación en madera de un puente romano. Dentro aún, la sombra del fresno junto a un cauce seco. Del ruido del mundo vacío el silencio.
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