En la acera de la Rambla, frente a las mesas de una terraza, acurrucada contra la pared, la mirada de un polluelo de vencejo. Recuerdo alguna lectura o conversación y lo cojo con cuidado. Apenas se ve a la altura de mis rodillas, abre las alas y remonta el vuelo.
Recuerdo entonces unas palabras que escuché sobre las golondrinas a un joven de aquellos que se tunean el físico:
- Estos bichos son la peste. Lo llenan todo de mierda.
Tuve que responderle:
- ¿Sabes lo que comen?
- No.
- Mosquitos.
- ¿Sí? ¡Pues me llevaría uno a mi casa!
Con el recuerdo del polluelo de vencejo llegamos al balcón.
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