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Fotografías: José Ángel Hernández |
Saber que lo que uno cultiva está libre de pesticidas y de sustancias químicas dañinas para la salud y el medio ambiente es una gran satisfacción.
Sin embargo, la implementación de remedios ecológicos exige una atención permanente, la preparación de purines, la aplicación de técnicas que requieren, sobre todo al principio, tiempo, dedicación...
Lo cierto es que a final de temporada terminaba bastante agotado. Tenía la sensación de que, en cuanto al trabajo, la agricultura ecológica era más exigente y requería estar más tiempo pendiente de lo cultivado.
No quería ese nivel de dependencia. Así que había que pensar y seguir buscando alternativas.
Pensé que en la naturaleza no se dan las plagas sistemáticamente, que es el ser humano, con sus intervenciones, el que altera el equilibrio ecológico facilitando los problemas subsiguientes. El monocultivo, por lógica, favorece la rápida reproducción de ciertos insectos que no tienen cerca a sus depredadores naturales. Cuando se aplican insecticidas no sólo acabamos con el pulgón, la mosca blanca o la araña roja, por ejemplo, sino que matamos también a sus depredadores y a otros insectos benéficos, polinizadores, etc. Por lo tanto, lo ideal debería ser reproducir las condiciones de equilibrio que se dan en el medio natural.
Empecé a investigar qué plantas sirven de refugio para estos depredadores que controlan las plagas. Como era de esperar, en muchos casos se trataba de las denominadas "malas hierbas", aquellas que nacen espontáneamente y que nos parecían molestas o competidoras en el huerto. Comencé a traer del campo algunas (jara, retama, olivarda, etc.), junto a otras aromáticas comunes por aquí como hinojo, tomillo y romero, otras de uso diverso como borraja, cardo, diente de león... Al tiempo dejaba crecer en los márgenes las que surgían de forma natural. Dejé de comprar caléndula cuando comprobé que la silvestre sobrevivía mejor. Empecé a esquejar romero, lavanda, salvia...
El siguiente paso era preparar refugios específicos para los insectos beneficiosos, como crisopas, sílfidos, abejorros, mariquitas, abejas solitarias...
Hice una introducción de nesidiocoris y de crisopas.
Las golondrinas sobrevuelan nuestra casa al atardecer, los murciélagos cuando llega la noche. Un carbonero me visita de madrugada. Con todo lo que ha llovido esta primavera, no hay demasiados mosquitos. Aún no he utilizado el purín de laurel.
(Continuará)
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