Consideraría inteligente (listo, en el buen sentido, es el
que bien se adapta a unas circunstancias) a quien reconoce todas las
implicaciones del problema, incluyendo su propia mirada, quien es capaz de
abordarlo constructivamente desde todas las perspectivas posibles sin ignorar
las causas que lo producen. Muy inteligente sería quien consiguiese mitigar o
solucionar el problema, especialmente si para ello es capaz de abrir nuevas
veredas y no limitarse a desbrozar las viejas, o a contentarse “con la solución
favorita” que convierte en capcioso su planteamiento.
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