lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé que eso es… simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme, pero que cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir.
 
Charles Chaplin

Felicitaciones del Consejo de Redaccion de La Revista “CUADERNOS DEL MATEMATICO”.



jueves, 22 de diciembre de 2011

Astuta estulticia (II)

Nos quedan la educación pública, la sanidad pública y la seguridad social como último legado de las conquistas sociales que otras generaciones arrancaron con sangre, sudor y lágrimas. ¿Dejaremos que las desmantelen sibilinamente, recorte a recorte?




miércoles, 21 de diciembre de 2011

EFICACIA SIMBÓLICA



Lo que cuenta
no es si todo es un cuento,
es si les tiene cuenta.

 
 
 
De Afuerismos

domingo, 18 de diciembre de 2011

El principal ogro de la poesía

15. ¿Cuál es el principal ogro de la poesía?



El principal ogro de la poesía es el político que cita a poetas para subrayar soflamas, el principal ogro de la poesía es el publicista que busca impactar la mente del consumidor y entrenarlo para idiota, el principal ogro de la poesía es el empresario que regala un haiku de primavera en lugar de subir el sueldo a sus empleados, el principal ogro de la poesía es el profesor de literatura que utiliza a los poetas para engordar su currículum, el principal ogro de la poesía es novelista que afirma odiar a la poesía porque para sus adentros no lo considera un buen negocio intelectual, el principal ogro de la poesía es el científico que pretende sustituir la poesía mediante hipótesis más o menos ingeniosas, el principal ogro de la poesía es el psicólogo que valora la pieza poética según su poder de narcotizar pacientes, el principal ogro de la poesía es el crítico que se pone gafas de visión nocturna para ver lo que otros no ven aunque aún no haya aprendido a leer, el principal ogro de la poesía es el poeta que se cree que ser poeta es querer ser poeta, el principal ogro de la poesía es el poeta que está sentado a la derecha de la póliza de seguros de la erudición, el principal ogro de la poesía es la poesía de quien toma partido por entero.



Entrevista publicada originalmente en: Casa de Las Iguanas

http://www.juankruzigerabide.com/entrevista-en-casa-de-las-iguanas-revista-virtual-sobre-poesia-y-cultura/#more-59


Inicia la semilla
la ofrenda de su transformación
sin luz,
               en silencio.











¿Qué pudo
                     la palabra
                                         contra su erosión?
¿Qué pueden
                          sus cenizas
                                                sino cegar?
Concedamos sus lunas
                                          —restos de interrogantes—
al deshielo.

Cerca llega
                      una voz esquilmada.













Profundidad
                         de la nieve,
                                               nuestros ojos.

Todo muro,
                       caligrafía
                                          de sombras.







De Pavesas.

Déjate de Humanidades




Formas sutiles de analfabetismo. Apenas se notan. A algunos sí se les notan, lo que prueba que afortunadamente aún quedan cerebros capaces de medir la temperatura intelectual del presente. ¿Quién necesita erudición habiendo buscadores de Internet? ¿Con qué fin cultivar la calidad educativa si sólo queremos lucro y diversión? Menudean negros augurios. Se acerca, según dicen, el día en que, ahítos de cultura visual, prescindiremos del lenguaje. Nos bastarán entonces cuatro rudimentos verbales para balbucir saludos, indicarle al médico dónde hace pupa y descifrar los manuales de instrucciones de los aparatos en que estamos delegando nuestra soberanía intelectual. No sabremos definirnos, seremos un árbol junto a otro; a cambio, habremos prolongado la infancia hasta edades que ayer caían de lleno en la vejez. Quien sepa latín deberá agitar una campanilla, como los leprosos de antaño. Los abuelos contarán historias de bibliotecas y democracias remotas a sus nietos.

Publicado el 16/12/2011 en El Cultural

viernes, 9 de diciembre de 2011

¿Dilemas? Diles más (II)


Un síntoma evidente de los cambios a los que me refiero se puede apreciar en las pancartas y carteles de las movilizaciones. Al principio sorprendía no ver los clásicos bloques y grupos bien acotados tras los símbolos y eslóganes preestablecidos de cada organización. Que cada individuo o grupo de personas elabore y enarbole aquellas palabras que desea expresar es menos previsible, menos tedioso, refleja otro modo de participar en el que cabe la creatividad y la imaginación: “No podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones a la vez”, “Vamos despacio porque vamos lejos”, “Falta pan para tanto chorizo”, “Ni cara A ni cara B, queremos cambiar el disco”, “Nuestros sueños no caben en vuestras urnas”, “Me sobra mes a final de sueldo”, “Una sonrisa viaja más lejos”…

Se percibe una especie de sentimiento colectivo que invita a prescindir de siglas, a participar como individuo en algo que empieza ya a romper aciagos esquemas. Recuerdo especialmente una frase de Sol que pudiera tildarse de ingenua, pero que no por ello resulta menos entrañable: “Lo sentimos: aquí no hay líderes que puedan derrotarnos”. ¿Y si algún día lográsemos acariciar algo semejante? Desde luego, resulta más alentador abrir ese tipo de caminos para avanzar hacia otra realidad en la que cada ser humano intente tomar las riendas de su propia vida, que aquellos callejones sin salida, hacia supuestos modelos de cartón piedra, con patéticos remedos y sucursales, entre cuyas señas de identidad prevalecían la violencia, el dogmatismo, la verdad absoluta dictada por ancianos “timoneles”, que han quedado tan obsoletos como sus símbolos, como el sistema que pretendían combatir y sólo han llegado a emular cuando han vencido - no convencido. La autocrítica quizá debería de preceder a cualquier crítica. Una sana manera de aprender podría comenzar por negarse a comulgar con gigantescas y ancestrales ruedas de molino, tener el coraje de cuestionarnos y cambiar nosotros mismos antes que pretender que el mundo se acomode a nuestros esquemas demasiadas veces inamovibles o llevar cada cual el agua a su molino.

Seguirán llamándolos soñadores. Recuerdo los versos de António Gedeão: “Ellos no saben, ni sueñan / que el sueño dirige la vida / que siempre que un hombre sueña / el mundo salta y avanza / como bola de colores /entre las manos de un niño”.

Si algo viene demostrando la actual crisis, es (parafraseando a Gandhi) que, cuando la avaricia de algunos ha contagiado a casi todos, se vuelve insostenible para todos. ¿No es hora ya de superar intereses partidistas, corporativos… para establecer límites plausibles a la usura? En los versos de Oliverio Girondo: “antes de que la tierra se canse de atraernos / y brindarnos su seno, el cerebro les sirva para sentirse humanos, / ser hombres, / ser mujeres, / no cajas de caudales”.



Considero que no basta con plantearse dilemas: votar o no votar, votar A o votar B…, incluso seguir o no seguir una u otra forma de convocatoria. Antes, durante y después, quisiera encontrar una posición respecto a lo que sucede y respecto a mí mismo. Afirmó Bertrand Russell: “El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”. Sin entrar en dicotomías simplificadoras, quizá la verdadera fuerza, nuestra razón de ser, sea la duda permanente frente a lo establecido y, no en menor medida, frente a lo que seamos capaces de ir configurando.








viernes, 2 de diciembre de 2011

Defensa de Violeta Parra




Dulce vecina de la verde selva
Huésped eterno del abril florido
Grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra.


Jardinera
               locera
                         costurera
Bailarina del agua transparente
Árbol lleno de pájaros cantores
Violeta Parra.


Has recorrido toda la comarca
Desenterrando cántaros de greda
Y liberando pájaros cautivos
Entre las ramas.


Preocupada siempre de los otros
Cuando no del sobrino
                                     de la tía
Cuándo vas a acordarte de ti misma
Viola piadosa.


Tu dolor es un círculo infinito
Que no comienza ni termina nunca
Pero tú te sobrepones a todo
Viola admirable.


Cuando se trata de bailar la cueca
De tu guitarra no se libra nadie
Hasta los muertos salen a bailar
Cueca valseada.


Cueca de la Batalla de Maipú
Cueca del Hundimiento del Angamos
Cueca del Terremoto de Chillán
Todas las cosas.


Ni bandurria
                     ni tenca
                                  ni zorzal
Ni codorniza libre ni cautiva

solamente tú
                     tres veces tú
                                         Ave del paraíso terrenal.


Charagüilla gaviota de agua dulce
Todos los adjetivos se hacen pocos
Todos los sustantivos se hacen pocos
Para nombrarte.


Poesía
           pintura
                       agricultura
Todo lo haces a las mil maravillas
Sin el menor esfuerzo
Como quien se bebe una copa de vino.


Pero los secretarios no te quieren
Y te cierran la puerta de tu casa
Y te declaran la guerra a muerte
Viola doliente.


Porque tú no te vistes de payaso
Porque tú no te compras ni te vendes
Porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis.


¡Porque tú los aclaras en el acto!


Cómo van a quererte
                                  me pregunto
Cuando son unos tristes funcionarios
Grises como las piedras del desierto
¿No te parece?


En cambio tú
                      Violeta de los Andes
Flor de la cordillera de la costa
Eres un manantial inagotable
De vida humana.


Tu corazón se abre cuando quiere
Tu voluntad se cierra cuando quiere
Y tu salud navega cuando quiere
Aguas arriba!


Basta que tú los llames por sus nombres
Para que los colores y las formas
Se levanten y anden como Lázaro
En cuerpo y alma.


¡Nadie puede quejarse cuando tú
Cantas a media voz o cuando gritas
Como si te estuvieran degollando
Viola volcánica!


Lo que tiene que hacer el auditor
Es guardar un silencio religioso
Porque tu canto sabe adónde va
Perfectamente.


Rayos son los que salen de tu voz
Hacia los cuatro puntos cardinales
Vendimiadora ardiente de ojos negros
Violeta Parra.


Se te acusa de esto y de lo otro
Yo te conozco y digo quién eres
¡Oh corderillo disfrazado de lobo!
Violeta Parra.


Yo te conozco bien
                                hermana vieja
Norte y sur del país atormentado
Valparaíso hundido para arriba
¡Isla de Pascua!


Sacristana cuyaca de Andacollo
Tejedora a palillo y a bolillo
Arregladora vieja de angelitos
Violeta Parra.
Los veteranos del Setenta y nueve
Lloran cuando te oyen sollozar
En el abismo de la noche oscura
¡Lámpara a sangre!


Cocinera
               niñera
                         lavandera
Niña de mano
                       todos los oficios
Todos los arreboles del crepúsculo
Viola funebris.


Yo no sé qué decir en esta hora
La cabeza me da vueltas y vueltas
Como si hubiera bebido cicuta
Hermana mía.


Dónde voy a encontrar otra Violeta
Aunque recorra campos y ciudades
O me quede sentado en el jardín
Como un inválido.


Para verte mejor cierro los ojos
Y retrocedo a los días felices
¿Sabes lo que estoy viendo?
Tu delantal estampado de maqui.


Tu delantal estampado de maqui
¡Río Cautín!
                    ¡Lautaro!
                                    ¡Villa Alegre!
¡Año mil novecientos veintisiete
Violeta Parra!
Pero yo no confío en las palabras
¿Por qué no te levantas de la tumba
A cantar
              a bailar
                           a navegar
En tu guitarra?


Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
                                 una canción
Es lo que pido.


Qué te cuesta mujer árbol florido
Álzate en cuerpo y alma del sepulcro
Y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra


Esto es lo que quería decirte
Continúa tejiendo tus alambres
Tus ponchos araucanos
Tus cantaritos de Quinchamalí
Continúa puliendo noche y día
Tus toromiros de madera sagrada
Sin aflicción
                    sin lágrimas inútiles
O si quieres con lágrimas ardientes
Y recuerda que eres
Un corderillo disfrazado de lobo.