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martes, 2 de noviembre de 2010

MACHADO ME RECUERDA CERCA DE SORIA

En la memoria mía
tu recuerdo a traición ha florecido
ANTONIO MACHADO






Enero despereza rosas turbias
detrás de la colina, y va la luz
lamiéndose la herida de la noche
como un sueño cansado.
Medinaceli
se amanece
al calor del hotel en el espejo
retrovisor. Mis siete años
alimentan sus ojos sin memoria
por las sílabas rojas de los páramos.


Suena el motor. Mi madre acuna
retales de familia, y por el río
Jalón inventa brisas la alameda.
Mi padre apura el último bostezo,
enciende la radio, y la voz
de Nino Bravo añora libertades,
cinta barata de bar de carretera
que gira eternamente en mi memoria.
El viaje
prende un mundo de nidos y rayuelas
maldito ya de tinta y de nostalgia.


Madrid desnuda Itacas
al final del trayecto, de una ruta
que ahora moldeo con otra mirada
podrida de memorias. Era el viaje
que marcaba los años con el fuego
febril de las preguntas.


Y me invento aquel crío con estas palabras
que niegan la ternura del recuerdo.
La ciudad me soñaba
como ahora me sueño.
Va la tinta
como un buque fantasma por la página
olvidando el naufragio de la infancia.


¿Cuánto camino espera
detrás de la escritura? ¿cuántas horas
sueñan su voz de letra enmarañada?
¿qué silencio
vendrá a buscar raíces en mi boca?
Por la calle
las palabras me viven,
y la noche
desnuda verso blanco.


Suena en el compact
de nuevo Nino Bravo, y las palabras
clavan despacio su puñal de farsa
y acarician pacientes mi nostalgia.
Y finjo recordar, porque la vida
duerme su sangre de máscara.
Y asisto a mi recuerdo
bostezando en el patio de butacas,
valorando con pose de esteta,
cuidadosamente melancólico,
el sentido salvaje de la obra
tras un telón de libros.
Sólo el humo
del tabaco al final del entreacto
es la única verdad de la función.


Enero sueña rosas olvidadas
al albur de las olas, y Madrid
me inventa por sus calles
que yo ya no recuerdo.
Ya no tengo
la navaja del frío en la mañana
que dejamos atrás Medinaceli.


El sueño teje el mundo. Silva Editorial y Tertulia de Poesía Mediona 15 (Cuadernos de la Perra Gorda), Tarragona, 2007











martes, 8 de junio de 2010

RÉQUIEM TORREBRUNO

Soy la ciudad o no soy nada. Yo era el niño que ardía en mis ojos con la ternura eléctrica de las navidades de una ciudad de provincias. Yo era un niño que soñaste tigre de sombras, cuando el mundo nacía cada tarde tras un escaparate de televisores mudos y la dulce selva falsa del neón. Pero es imposible escribir nosotros a estas alturas del silencio, con Peter Pan chapero y con el bicho, y tú jubilando sonrisas en el país de nunca jamás de las audiencias fieles y las lealtades estadísticas. Mi corazón luminoso revolotea sin sueño con la suave maquinaria de la piel encendida, con su lengua de trapo y su juguete cansado, con su latir publicitario y cursi. Si pudiese sentir se pararía, si pudiese pensar... Yo era la infancia de un payaso; yo quería ser, cuando Spain era different y tu voz arrasaba en Benidorm, cuando el invierno no era Baqueira, cuando el verano era un mundo de barreños y azoteas al sol universal de los geranios... Ahora tan sólo escribo. Las gramáticas me indultan el poema. Los libros me ofrecen su tregua callada. Las palabras espejean en los aparadores, y yo aplasto mi cara contra el vidrio y quiero ser. Pero la vida tira de mi mano, es tarde ya, mañana hay cole. Soy el niño que recorta cuidadoso mi locura y la esconde en el álbum de la angustia, soy el adulto que arrastra mi infancia por la acera mojada del miedo a la noche donde llueven los acordes de Rocky Carambola sin dioses ya, ni tiempo, ni respuestas... Mi corazón se viste de polvo en el desván. Mi corazón de versos y pornografías. Mi corazón automático Si pudiese sentir... si pudiese sentir sabría que mi sexo aún bebe los licores de la noche de reyes. Pero ahora sólo escribo soy la ciudad o no soy nada; y me detengo, y leo estas mismas palabras en otro tiempo, con otros ojos, con otros niños devorados por el silencio de las fotografías en todas las agendas, con la tristeza infinita de la carta de ajuste, con el circo de un bufón televisivo... Pero tú, Walter Rocco, que vendiste tu futuro de púgil por mi infancia, tus balances desiertos por mi reino en blanco y negro, tu vida pequeña de showman; tú que tocaste con Lennon en Las Ventas cuando la vida era tergal y catecismo, me pones el alma chiquilla y hortera con la magia tan cutre de tu smoking naranja. Mi corazón es un recorte de prensa y otoño. Mi corazón que se apaga en el teclado. Mi corazón eterno de payaso. Si pudiese sentir sería una ciudad. La decisión de naufragar. Antología. Tertulia de poesía Mediona 15. Cuadernos de la Perra Gorda, Tarragona, 2001 Gracias por ser, Agus.