Apuntes, por JUAN KRUZ IGERABIDE...

15. ¿Cuál es el principal ogro de la poesía?



El principal ogro de la poesía es el político que cita a poetas para subrayar soflamas, el principal ogro de la poesía es el publicista que busca impactar la mente del consumidor y entrenarlo para idiota, el principal ogro de la poesía es el empresario que regala un haiku de primavera en lugar de subir el sueldo a sus empleados, el principal ogro de la poesía es el profesor de literatura que utiliza a los poetas para engordar su currículum, el principal ogro de la poesía es novelista que afirma odiar a la poesía porque para sus adentros no lo considera un buen negocio intelectual, el principal ogro de la poesía es el científico que pretende sustituir la poesía mediante hipótesis más o menos ingeniosas, el principal ogro de la poesía es el psicólogo que valora la pieza poética según su poder de narcotizar pacientes, el principal ogro de la poesía es el crítico que se pone gafas de visión nocturna para ver lo que otros no ven aunque aún no haya aprendido a leer, el principal ogro de la poesía es el poeta que se cree que ser poeta es querer ser poeta, el principal ogro de la poesía es el poeta que está sentado a la derecha de la póliza de seguros de la erudición, el principal ogro de la poesía es la poesía de quien toma partido por entero.



De la entrevista publicada originalmente en: Casa de Las Iguanas










Apuntes para un ensayo sobre la sordera

A Saramago

Antecedentes:

Hubo sordera aquellos primeros tiempos en que una mujer, armada con una simple y jugosa manzana, se rebeló por primera vez contra el todopoderoso macho. Hubo simplemente sordera.

Sin embargo, antes había existido otro sordo homófílo, que, por rebelarse contra el todopoderoso macho por un asunto de celos angelicales, fue arrojado a las oquedades incandescentes, vientre, madre, núcleo de la Tierra, ardor genital. Hubo simplemente sordera.

Hubo sordera en aquel primer asesinato de un miembro de la propia especie. Antes del acto, el inculpado se había entregado con fruición a las arduas tareas caza, con evidente sordera ante los lamentos animales. Hubo simplemente sordera.

Desarrollo:

Se deleita en la sordera ajena y propia quien con una mano acaricia y usa la otra para echar mano a lo que no le corresponde. Dícese del sistema que interpone la atención social como escudo para seguir recogiendo beneficios a gran escala.

Se vale de la sordera quien, entre bomba y bomba, rapiña sangre y sudor. Dícese del sistema que utiliza la guerra como artimaña de negociante.

Hace dejación de oído quien, promulgando leyes y glorificando la justicia, utiliza ésta para jugar al ajedrez con sus oponentes, sobre todo con aquellos a los que sabe que puede ganar con relativa facilidad, a veces incluso en partidas simultáneas. Dícese del sistema judicial en que, hecha la ley, ha que idear otra para poder manejar la primera a su antojo, y otra más para justificar el antojo, y otra más para justificar lo injustificable, y así sucesivamente.

Inculca sordera quien, entre norma y norma, tapona los oídos de los infantes con cera, para que no puedan disfrutar del canto de la vida, calificada por los sordópatas como peligroso canto de sirena de imprevisibles consecuencias en tiempos en que la pleamar amenaza con esparcir sirenas por tierras de los humanos. Dícese del sistema que promulga leyes educativas para convertir todo atisbo de éxtasis científico y sapiencial en tediosa disciplina, ideada para domesticar fuerzas animales y anímicas, con objeto de inducirlas, mediante una sorda presión, a arrastrar un carro social de cuadradas ruedas.

Colofón:

En el principio fue la sordera. En el final, provocó, por efecto de diapasón, la ceguera. Y además, todos pensaron que los demás eran cobardemente mudos.