lunes, 29 de junio de 2015

Afuerismo






Uno mismo quizá logre intuir los yos que conforman su imagen y diferencia, si se aventura a abrir los caminos que lo construyan.




POEMA PARA INUNDAR DE AGUA UN PASADIZO DE FANTASMAS





Vayan bajando
en delimitada fila
a las pozas del infierno,
a las galerías pletas
de oscuridad ajada
a las cuevas con recovecos.
No os perdáis.
Id derechos
de mar a río,
de ribera plana
a serranía de encantos
donde los duendes están quietos
y el viento baila
su quebrada danza
y las hojas alocadas triscan.

Tú, que fuiste brazo izquierdo
de la ciudad de las siete colinas.
Extensión de sillares y mosaicos,
construida sobre las ruinas de tu pasado
buscas tu olvidadizo nombre
entre las tumbas
y los cadáveres de siglos
balbucean su desenhebrada entraña.
Perdidos en las litografías
de tu imperial pasado,
orgullosa levantas torres,
pero la sangre y la humillación
desnuda tu orgullo
y sabes
que victoria y derrota
son sangre
de tus hijos desharrapados.
Por eso permites que se bañen, mientras viven,
en las blandas aguas
que se ciñen
a tu desbocada cintura.




2º Premio
IV CERTAMEN INTERNACIONAL DE POESÍA
“GABRIEL CELAYA”
TORREDONJIMENO, JAÉN, 1996

MERCADO







MI CUERPO y mi ánimo coinciden en una plaza tranquila. Estos dos tenderos se saludan y, todas las mañanas, fijan sus precios y ferian los productos apilados. Solamente regatean sobre el valor de algunos recuerdos, y al atardecer miden las luces de otoño puestas en el platillo. Recogen mercancías y números. La edad es una bola que corre en silencio por el suelo empedrado.

Hoy mis dos dependientes son mojados por una lluvia oblicua y se apresuran a refugiarse bajo la cubierta de un armazón de maderas hincadas. La violencia del temporal ha dispersado los círculos comerciales. La ropa, los cuadernos y las especias se empapan mientras mi cuerpo y mi ánimo examinan el aguacero.

Ya escampó, y de las hojas de los cerezos y laureles caen gruesas gotas. Algo abre o rompe las esferas de agua, y seres conocidos bajan liberados. "Quise a esa mujer", "llevaba tanto tiempo sin ver a mi amante...", "ahí va el amgio", comentan los dos almacenistas. Pero nada puede impedir que las figuras reconocidas se disgreguen al chocar contra el pavimento, o que se desarticulen en el aire si vienen de un árbol impreciso de la memoria.

Mis dos mercaderes saben que la lluvia les trajo el anticipo de su vejez, el tiempo en que las ausencias nos visitan. La bola de su edad rueda a oscuras al doblar una esquina de la plaza.



Los hombres intermitentes. Hiperión. Madrid, 2006

LA CASA DE MI PADRE




Si me piden que derrame sangre
por un nombre,
me volveré mudo
y prescindiré de los nombres.
Para defender la casa de mi padre,
no derramaré una sola gota de sangre.
Dicen que ese extraño edificio hipotético
es la casa de mi padre.
Mi padre vive de alquiler.



domingo, 28 de junio de 2015

SIN ALHARACAS





Constato que lo que diga un editor importante puede encandilar a quien se aproxima tangencialmente a cierta visión de la poesía. También puede provocar una indignación legítima en quienes, sintiéndose obviamente aludidos y aludidas, optan por defender obras y nombres.
A menudo olvidamos que no ofende quien quiere, sino quien puede. Y que nadie puede hacerlo si no le otorgamos esa capacidad.
En cierto tipo de minusvaloraciones no se refleja más que la propia ignorancia. El ensoberbecimiento que a menudo conlleva una posición desvela las propias carencias más que las ajenas que se pretenden juzgar.
Es lógico que un vendedor cuente los ejemplares vendidos, los libros publicados… Es la lógica de una perspectiva que declara la comprensibilidad o presunta incomprensibilidad de la poesía como criterio de valor, que renuncia, por tanto, a un aspecto esencial de la condición de editor: discernir desde otros criterios menos profanos, menos determinados por lo comercial (el acceso de determinado público o la garantía del prepago de un premio…).
Compañeros y compañeras poetas, quizá sea hora de ignorar la ignorancia, quizá sea hora de volver a un trabajo humilde y callado, como el del agua que va por debajo, que no llega al aire sino por la savia.
Un cálido abrazo.



martes, 16 de junio de 2015

IDENTIDADES



Las identidades se han vuelto más complejas, y los seres más perplejos, ante avalanchas identitarias que, a veces, no comprenden y producen más pesar que placer, más estupor que certeza. La identidad moderna es una cicatriz, que duele y a la vez golpea; que nos inunda como lava de un volcán desatado y loco; que nos muerde y gasta la carne. Ya no importa qué somos, sino de dónde somos. Pero no está claro de dónde es ese dónde, quizá porque no sea don.



CAVALO MORTO