Mostrando entradas con la etiqueta Immanuel Kant. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Immanuel Kant. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de agosto de 2018

Dos cosas





Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí.




domingo, 29 de julio de 2018

Crítica de la razón práctica




Rebuscar nuevas palabras, allí donde el lenguaje no carece de expresiones para los conceptos en cuestión, supone un pueril empeño por descollar entre la muchedumbre, ya que no merced a novedosos y genuinos pensamientos, sí gracias a un nuevo remiendo hecho sobre la vieja vestimenta.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Sapere aude




Respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración?

La ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración. La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! (...)
Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia. (...)

Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe!