La perfección de la forma artística no está en su exaltación, sino en su desaparición; no en hacer una prosa mala o desaliñada, sino en hacerla tan buena que parezca que no existe. Ni el elojio me inquieta ni la censura me conmueve. Soy lo que soy. Nada me añade el aplauso y nada me quita el insulto. No hay dibujantes mejores que el polvo y la sombra. Gustar pero no del todo. Mejor callar que hablar; mejor soñar que callar; mejor leer que soñar o pensar solo. Leyendo, el mismo silencio se calla y podemos pensar o soñar en compañía. Actual; es decir, clásico; es decir, eterno. Era casi perfecta. Su mayor encanto estaba en el “casi”.
Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo. Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por vivir. No soy presente sólo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo a un lado y otro, en esta fuga, rosas, restos de alas, sombra y luz, es sólo mío, recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido. ¿Quién sabe más que yo, quién puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida y mi muerte, qué no es? Si hay quien lo sabe, yo lo sé más que ése, y si lo ignora, más que ése lo ignoro. Lucha entre este saber y este ignorar es vida, su vida, y es la vida. Pasan vientos como pájaros, pájaros igual que flores, flores soles y lunas, lunas soles como yo, como almas, como cuerpos, cuerpos como la muerte y la resurrección, como dioses. Y son un dios sin espada, sin nada de lo que hacen los hombres con su ciencia; sólo con lo que es producto de lo vivo, lo que se cambia todo; sí, de fuego o de luz, luz. ¿Por qué comemos y bebemos otra cosa que luz o fuego? Como yo he nacido en el sol y del sol he venido aquí a la sombra, ¿sol del sol, como el sol alumbro?, y mi nostaljia, como la de la luna, es haber sido sol y reflejarlo sólo ahora. Pasa el iris cantando como yo. Adiós iris, iris, volveremos a vernos, que el amor es uno solo y vuelve cada día.