lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé que eso es… simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme, pero que cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir.
 
Charles Chaplin

Felicitaciones del Consejo de Redaccion de La Revista “CUADERNOS DEL MATEMATICO”.



jueves, 22 de diciembre de 2011

Astuta estulticia (II)

Nos quedan la educación pública, la sanidad pública y la seguridad social como último legado de las conquistas sociales que otras generaciones arrancaron con sangre, sudor y lágrimas. ¿Dejaremos que las desmantelen sibilinamente, recorte a recorte?




miércoles, 21 de diciembre de 2011

EFICACIA SIMBÓLICA



Lo que cuenta
no es si todo es un cuento,
es si les tiene cuenta.

 
 
 
De Afuerismos

domingo, 18 de diciembre de 2011

El principal ogro de la poesía

15. ¿Cuál es el principal ogro de la poesía?



El principal ogro de la poesía es el político que cita a poetas para subrayar soflamas, el principal ogro de la poesía es el publicista que busca impactar la mente del consumidor y entrenarlo para idiota, el principal ogro de la poesía es el empresario que regala un haiku de primavera en lugar de subir el sueldo a sus empleados, el principal ogro de la poesía es el profesor de literatura que utiliza a los poetas para engordar su currículum, el principal ogro de la poesía es novelista que afirma odiar a la poesía porque para sus adentros no lo considera un buen negocio intelectual, el principal ogro de la poesía es el científico que pretende sustituir la poesía mediante hipótesis más o menos ingeniosas, el principal ogro de la poesía es el psicólogo que valora la pieza poética según su poder de narcotizar pacientes, el principal ogro de la poesía es el crítico que se pone gafas de visión nocturna para ver lo que otros no ven aunque aún no haya aprendido a leer, el principal ogro de la poesía es el poeta que se cree que ser poeta es querer ser poeta, el principal ogro de la poesía es el poeta que está sentado a la derecha de la póliza de seguros de la erudición, el principal ogro de la poesía es la poesía de quien toma partido por entero.



Entrevista publicada originalmente en: Casa de Las Iguanas

http://www.juankruzigerabide.com/entrevista-en-casa-de-las-iguanas-revista-virtual-sobre-poesia-y-cultura/#more-59


Inicia la semilla
la ofrenda de su transformación
sin luz,
               en silencio.











¿Qué pudo
                     la palabra
                                         contra su erosión?
¿Qué pueden
                          sus cenizas
                                                sino cegar?
Concedamos sus lunas
                                          —restos de interrogantes—
al deshielo.

Cerca llega
                      una voz esquilmada.













Profundidad
                         de la nieve,
                                               nuestros ojos.

Todo muro,
                       caligrafía
                                          de sombras.







De Pavesas.

Déjate de Humanidades




Formas sutiles de analfabetismo. Apenas se notan. A algunos sí se les notan, lo que prueba que afortunadamente aún quedan cerebros capaces de medir la temperatura intelectual del presente. ¿Quién necesita erudición habiendo buscadores de Internet? ¿Con qué fin cultivar la calidad educativa si sólo queremos lucro y diversión? Menudean negros augurios. Se acerca, según dicen, el día en que, ahítos de cultura visual, prescindiremos del lenguaje. Nos bastarán entonces cuatro rudimentos verbales para balbucir saludos, indicarle al médico dónde hace pupa y descifrar los manuales de instrucciones de los aparatos en que estamos delegando nuestra soberanía intelectual. No sabremos definirnos, seremos un árbol junto a otro; a cambio, habremos prolongado la infancia hasta edades que ayer caían de lleno en la vejez. Quien sepa latín deberá agitar una campanilla, como los leprosos de antaño. Los abuelos contarán historias de bibliotecas y democracias remotas a sus nietos.

Publicado el 16/12/2011 en El Cultural

viernes, 9 de diciembre de 2011

¿Dilemas? Diles más (II)


Un síntoma evidente de los cambios a los que me refiero se puede apreciar en las pancartas y carteles de las movilizaciones. Al principio sorprendía no ver los clásicos bloques y grupos bien acotados tras los símbolos y eslóganes preestablecidos de cada organización. Que cada individuo o grupo de personas elabore y enarbole aquellas palabras que desea expresar es menos previsible, menos tedioso, refleja otro modo de participar en el que cabe la creatividad y la imaginación: “No podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones a la vez”, “Vamos despacio porque vamos lejos”, “Falta pan para tanto chorizo”, “Ni cara A ni cara B, queremos cambiar el disco”, “Nuestros sueños no caben en vuestras urnas”, “Me sobra mes a final de sueldo”, “Una sonrisa viaja más lejos”…

Se percibe una especie de sentimiento colectivo que invita a prescindir de siglas, a participar como individuo en algo que empieza ya a romper aciagos esquemas. Recuerdo especialmente una frase de Sol que pudiera tildarse de ingenua, pero que no por ello resulta menos entrañable: “Lo sentimos: aquí no hay líderes que puedan derrotarnos”. ¿Y si algún día lográsemos acariciar algo semejante? Desde luego, resulta más alentador abrir ese tipo de caminos para avanzar hacia otra realidad en la que cada ser humano intente tomar las riendas de su propia vida, que aquellos callejones sin salida, hacia supuestos modelos de cartón piedra, con patéticos remedos y sucursales, entre cuyas señas de identidad prevalecían la violencia, el dogmatismo, la verdad absoluta dictada por ancianos “timoneles”, que han quedado tan obsoletos como sus símbolos, como el sistema que pretendían combatir y sólo han llegado a emular cuando han vencido - no convencido. La autocrítica quizá debería de preceder a cualquier crítica. Una sana manera de aprender podría comenzar por negarse a comulgar con gigantescas y ancestrales ruedas de molino, tener el coraje de cuestionarnos y cambiar nosotros mismos antes que pretender que el mundo se acomode a nuestros esquemas demasiadas veces inamovibles o llevar cada cual el agua a su molino.

Seguirán llamándolos soñadores. Recuerdo los versos de António Gedeão: “Ellos no saben, ni sueñan / que el sueño dirige la vida / que siempre que un hombre sueña / el mundo salta y avanza / como bola de colores /entre las manos de un niño”.

Si algo viene demostrando la actual crisis, es (parafraseando a Gandhi) que, cuando la avaricia de algunos ha contagiado a casi todos, se vuelve insostenible para todos. ¿No es hora ya de superar intereses partidistas, corporativos… para establecer límites plausibles a la usura? En los versos de Oliverio Girondo: “antes de que la tierra se canse de atraernos / y brindarnos su seno, el cerebro les sirva para sentirse humanos, / ser hombres, / ser mujeres, / no cajas de caudales”.



Considero que no basta con plantearse dilemas: votar o no votar, votar A o votar B…, incluso seguir o no seguir una u otra forma de convocatoria. Antes, durante y después, quisiera encontrar una posición respecto a lo que sucede y respecto a mí mismo. Afirmó Bertrand Russell: “El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”. Sin entrar en dicotomías simplificadoras, quizá la verdadera fuerza, nuestra razón de ser, sea la duda permanente frente a lo establecido y, no en menor medida, frente a lo que seamos capaces de ir configurando.








viernes, 2 de diciembre de 2011

Defensa de Violeta Parra




Dulce vecina de la verde selva
Huésped eterno del abril florido
Grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra.


Jardinera
               locera
                         costurera
Bailarina del agua transparente
Árbol lleno de pájaros cantores
Violeta Parra.


Has recorrido toda la comarca
Desenterrando cántaros de greda
Y liberando pájaros cautivos
Entre las ramas.


Preocupada siempre de los otros
Cuando no del sobrino
                                     de la tía
Cuándo vas a acordarte de ti misma
Viola piadosa.


Tu dolor es un círculo infinito
Que no comienza ni termina nunca
Pero tú te sobrepones a todo
Viola admirable.


Cuando se trata de bailar la cueca
De tu guitarra no se libra nadie
Hasta los muertos salen a bailar
Cueca valseada.


Cueca de la Batalla de Maipú
Cueca del Hundimiento del Angamos
Cueca del Terremoto de Chillán
Todas las cosas.


Ni bandurria
                     ni tenca
                                  ni zorzal
Ni codorniza libre ni cautiva

solamente tú
                     tres veces tú
                                         Ave del paraíso terrenal.


Charagüilla gaviota de agua dulce
Todos los adjetivos se hacen pocos
Todos los sustantivos se hacen pocos
Para nombrarte.


Poesía
           pintura
                       agricultura
Todo lo haces a las mil maravillas
Sin el menor esfuerzo
Como quien se bebe una copa de vino.


Pero los secretarios no te quieren
Y te cierran la puerta de tu casa
Y te declaran la guerra a muerte
Viola doliente.


Porque tú no te vistes de payaso
Porque tú no te compras ni te vendes
Porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis.


¡Porque tú los aclaras en el acto!


Cómo van a quererte
                                  me pregunto
Cuando son unos tristes funcionarios
Grises como las piedras del desierto
¿No te parece?


En cambio tú
                      Violeta de los Andes
Flor de la cordillera de la costa
Eres un manantial inagotable
De vida humana.


Tu corazón se abre cuando quiere
Tu voluntad se cierra cuando quiere
Y tu salud navega cuando quiere
Aguas arriba!


Basta que tú los llames por sus nombres
Para que los colores y las formas
Se levanten y anden como Lázaro
En cuerpo y alma.


¡Nadie puede quejarse cuando tú
Cantas a media voz o cuando gritas
Como si te estuvieran degollando
Viola volcánica!


Lo que tiene que hacer el auditor
Es guardar un silencio religioso
Porque tu canto sabe adónde va
Perfectamente.


Rayos son los que salen de tu voz
Hacia los cuatro puntos cardinales
Vendimiadora ardiente de ojos negros
Violeta Parra.


Se te acusa de esto y de lo otro
Yo te conozco y digo quién eres
¡Oh corderillo disfrazado de lobo!
Violeta Parra.


Yo te conozco bien
                                hermana vieja
Norte y sur del país atormentado
Valparaíso hundido para arriba
¡Isla de Pascua!


Sacristana cuyaca de Andacollo
Tejedora a palillo y a bolillo
Arregladora vieja de angelitos
Violeta Parra.
Los veteranos del Setenta y nueve
Lloran cuando te oyen sollozar
En el abismo de la noche oscura
¡Lámpara a sangre!


Cocinera
               niñera
                         lavandera
Niña de mano
                       todos los oficios
Todos los arreboles del crepúsculo
Viola funebris.


Yo no sé qué decir en esta hora
La cabeza me da vueltas y vueltas
Como si hubiera bebido cicuta
Hermana mía.


Dónde voy a encontrar otra Violeta
Aunque recorra campos y ciudades
O me quede sentado en el jardín
Como un inválido.


Para verte mejor cierro los ojos
Y retrocedo a los días felices
¿Sabes lo que estoy viendo?
Tu delantal estampado de maqui.


Tu delantal estampado de maqui
¡Río Cautín!
                    ¡Lautaro!
                                    ¡Villa Alegre!
¡Año mil novecientos veintisiete
Violeta Parra!
Pero yo no confío en las palabras
¿Por qué no te levantas de la tumba
A cantar
              a bailar
                           a navegar
En tu guitarra?


Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
                                 una canción
Es lo que pido.


Qué te cuesta mujer árbol florido
Álzate en cuerpo y alma del sepulcro
Y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra


Esto es lo que quería decirte
Continúa tejiendo tus alambres
Tus ponchos araucanos
Tus cantaritos de Quinchamalí
Continúa puliendo noche y día
Tus toromiros de madera sagrada
Sin aflicción
                    sin lágrimas inútiles
O si quieres con lágrimas ardientes
Y recuerda que eres
Un corderillo disfrazado de lobo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Dilemas? Diles más (I)


¿Estaría en lo cierto aquel que, emulando a Neruda, escribía: “Me gustas cuando votas, porque estás como ausente”? Asistimos a un radical intento de recuperar el significado de la palabra democracia; a un negarse a la constante tergiversación de su sentido a base de promesas habitualmente cumplidas al revés; se señala con el dedo a quienes no se someten a elección democrática alguna pero cuya falta de ética afecta gravemente a la vida de todos, tal como está ocurriendo con la crisis financiera. ¿No es hora ya de desarrollar eficaces mecanismos de control del trabajo encomendado a los que detentan la representación ciudadana?
 
En las plazas y en las calles, nuestros jóvenes (y no tan jóvenes) se han visto abocados a expresar que nada ni nadie tiene derecho a arrebatarles el presente ni el futuro. En general, a diferencia de lo que ha ocurrido en algunos países, lo han hecho con civismo y responsabilidad, pacíficamente, pese a que en ocasiones se les ha respondido con violencia. Es significativo que, cuando decidieron levantar las acampadas, lo hicieran recitando versos. No en vano, mucho tiempo antes, los versos de Paul Celan, V. Holan, José Hierro y tantos otros, confirmaban que la poesía sigue siendo más que posible frente al horror y frente al vacío.
 
Esta juventud, de la que se hablaba a veces con desdén, ha demostrado muchas cosas en poco tiempo. Una de las más loables es la firmeza en la convicción de que, para que nuestros sueños no se conviertan en pesadillas, han de desprenderse de nuestras actitudes. En este aspecto quizá debamos sentirnos orgullosos de esos nietos o bisnietos de la ira. A algunos amargados nostálgicos de pretéritos perfectos les habrá sorprendido comprobar que no son “ni” idiotas “ni” sumisos, que son organizados y responsables, por lo que han sabido ganarse y preservar hasta el momento la simpatía de amplios sectores de la población.


 
Parece que empiezan a cambiar algunas cosas esenciales en la manera en que la movilización ciudadana afronta la realidad y emprende sus reivindicaciones. Se ha señalado, lógicamente, el papel de las nuevas tecnologías, aunque a veces nos quedamos en los aspectos más llamativos, como la inmediatez de la comunicación. Creo que sus efectos de mayor calado irán demostrándose con el tiempo. Los efectos de una cultura de la interacción frente a la comunicación unidireccional, de la horizontalidad frente a la verticalidad… Sin duda se abren esperanzadoras posibilidades pero, con ellas, muchos interrogantes. Las nuevas herramientas no generan por sí mismas los cambios positivos que empezamos a vislumbrar, es el uso que de ellas se haga el que puede permitir grandes conquistas, más de lo mismo o infiernos insufribles. Sin embargo, el sueño de los ilustrados nunca ha dejado de tener sentido. Cada vez que el hijo de un trabajador concluye unos estudios podríamos recordarlo.

 

Servir al ciudadano


Diari de Tarragona, 27-11-2011

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Homenaje

Cien mil millones de poemas. Demipage from Demipage on Vimeo.

Héctor Alterio recita a León Felipe

¡Qué lástima!

Que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero,
ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria que apenas tiene una capa...
venga forzado a cantar, cosas de poca importancia!


domingo, 20 de noviembre de 2011

José María Cumbreño, Genealogías from Luces de Gálibo on Vimeo.

Motion Graphics: Carmen Aldomar

Música: Lohstana David - Soft Slow - Puisque



Felipe Juaristi, El ángulo del ángel, Aingeruaren angelua from Luces de Gálibo on Vimeo.

Motion graphics: Carmen Aldomar

Música: Nico Posse - Desnudos - She ´s leaving home

EMAKUME ZAHAR BAT KAFEA HARTZEN




Hutsaren mila mezulari:
hor doaz guztiak zintzurrestean barna,
garratz, kafearekin batera.
Ikaztegiak zainetan.
Kafe garratz hori,
esku dardarati hori,
emakume hori niri begira negarrez,
ez baitu nigan bere semea ezagutzen,
eta ni, izan, ezezagun bat bainaiz
kalean paseatzen zebilena.





ANCIANA TOMANDO CAFÉ


Mil mensajeros del vacío
adentrándose por el esófago del sinsabor
junto con el café
hasta la carbonera de las venas.
Ese café amargo,
esa mano temblorosa,
esa anciana que me mira y llora
porque ya no reconoce a su hijo en mí
que no soy más que un desconocido
que pasaba por aquí dando una vuelta.


Mailu isila. Martillo silenciso. Centro de Lingüística Aplicada Atenea, Madrid, 2004

sábado, 19 de noviembre de 2011

No os guardamos rencor por vuestra media
hogaza a doble precio
ni tendremos en cuenta los quienvive
de los excombatientes...
pero sabedlo amigos: no traemos
metro ni curvas de nivel
en los morrales ni bandera:
puede servirnos en el mástil
de nuestra tienda de campaña
la primer ala que se pose.



viernes, 11 de noviembre de 2011


Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972). Ha publicado los libros de poesía Basalto (México, 2002) por el cual recibió el Premio Nacional de Literatura de México Gilberto Owen 2000; Soma (Buenos Aires, 2003), Apuntes para sobrevivir al aire (México, 2005), Imperio/Empire, edición bilingüe e interdisciplinaria (México, 2009; República Dominicana, 2009); La primavera comienza muy tarde (Uruguay, 2010) y Tiento (México, 2010), entre otros. Obra suya ha sido traducida al inglés, finés, sueco y alemán. Desde 1996 desarrolla proyectos de poesía visual y desde 2007 imparte POLILAB, laboratorio de formatos textuales en soportes no convencionales.

 
América*


Se llamaban Krusevac, ahora Cruz. Los edificios transpiraban. Era una isla o un monte cubierto por chozas. Cosa de hombres. Las mujeres guardaban papas, construían el mundo. Cosa de tiento insulso, se pensaba. Paisajes de tonada suave con acordeón de fondo. Astucia. Proa que acumula sal. Toma mi brazo, corta el ligamento: necesito dejar el gusto por el ajvar. Callaron las aves a su paso. Remo. En el fondo, los peces intuían. Algunos fosos guardan familias enteras. Pero ellas son salvas. Todas las lenguas de Europa desaparecieron. Tierra. El dulce de manzana no trae olor a clavo. Cada letra deletrea una estancia. Estas mujeres son mis madres. Desde ese día −América− la piel de mis mejillas es llanura.







miércoles, 9 de noviembre de 2011

Escrevo-te a sentir tudo isto

escrevo-te a sentir tudo isto

e num instante de maior lucidez poderia ser o rio
as cabras escondendo o delicado tilintar dos guizos nos sais de prata da fotografia
poderia erguer-me como o castanheiro dos contos sussurrados junto ao fogo
e deambular trémulo com as aves
ou acompanhar a sulfúrica borboleta revelando-se na saliva dos lábios
poderia imitar aquele pastor
ou confundir-me com o sonho de cidade que a pouco e pouco morde a sua imobilidade

habito neste país de água por engano
são-me necessárias imagens radiografias de ossos
rostos desfocados
mãos sobre corpos impressos no papel e nos espelhos
repara
nada mais possuo
a não ser este recado que hoje segue manchado de finos bagos de romã
repara
como o coração de papel amareleceu no esquecimento de te amar

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ADHIAMBO

Oigo múltiples voces
como se dice que oye un loco.
Oigo hablar a los árboles
como se dice que oye un brujo.

Quizás yo soy un loco,
o soy un brujo.

Quizá estoy loco
porque las voces me atraen,
urgíéndome desde la luna
de medianoche y el silencio
de mi escritorio a caminar
sobre la cresta de las olas
a través de un mar.

Quizás soy un brujo
oyendo savias que hablan,
viendo dentro del árbol;
pero uno ha perdido sus poderes
de invocación.

Mas ahora las voces y los árboles
dicen un nombre; una figura
grabada en el silencio, cruza
a través de la cara de la luna, pisando
continentes y mares.

Y yo alzo mi mano-
mi mano temblorosa, estrujando
mi corazón como pañuelo
y lo hago ondear y ondear -y ondear-
pero ella
vuelve la vista a la distancia.

martes, 1 de noviembre de 2011

Muros

Sin consideración, sin piedad, sin vergüenza
han construido grandes y altos muros en torno a mí.

Y ahora estoy sentado aquí, desesperando.
No pienso en nada más, este destino roe mi mente;

pues tenía mucho que hacer afuera.
¿Y por qué no los vi cuando levantaban los muros?

Nunca escuché el ruido o sonido de los constructores.
Imperceptiblemente me encerraron, fuera del mundo.

lunes, 24 de octubre de 2011

Como un niño

                        prendado
                                        que descubre
partículas
                 de insólitos colores
                                                 sin las cuales
el aire
           no sostiene
y en adelante
                      evitará su tacto,
pidiera
            comprensión
si no hay susurro
                            en el pasar
                                              de página,
si desoyera
                     por entre las palabras
                                                         vuestros pasos.
Disculpad
                  si aún emprendo
sin armas
                 ni bagaje
                                 otras miradas
—el único paisaje
                              de luz
                                          no detenida.
Inerme,
              en el aire,
                               la semilla acaba.




De Pavesas

martes, 18 de octubre de 2011

Un resquicio en el no ser




Quisiera dedicar estas líneas a quienes están sufriendo las consecuencias de la crisis de manera más directa y salvaje, no únicamente en nuestro entorno. Quien ha formado parte en algún momento de las denigrantes colas de las oficinas del INEM desearía que sus palabras, en este contexto, sirviesen para algo; para mitigar, al menos, tanta y tanta angustia. Pero las palabras resultan insuficientes, por más que procuren cimentar la esperanza. Es cuando hiere el sentimiento de no disponer apenas de certezas, de caminar con un hato de dudas a cuestas. Antonio Machado escribía: no os aconsejo la duda a la manera de los filósofos, ni siquiera de los escépticos propiamente dichos, sino la duda poética, que es duda humana, de hombre solitario y desencaminado, entre caminos. Entre caminos que no conducen a ninguna parte. En estos tiempos de anomia, la duda no alimenta ni el cuerpo ni el espíritu. Reclamamos asideros fuertes. Proliferan viejos y nuevos dogmas.
¿Y si algún paradigma pudiera convencerme sin vencerme? Mas el gregarismo y la renuncia a utilizar la propia materia gris suelen constituir la derrota inicial de cualquier anhelo común.
Así pues, ¿para qué tanta letra? ¿Para aprender a andar en la desorientación? ¿Para dejar de desbrozar viejos callejones sin salida e intentar formular nuevas preguntas entre todos? ¿Para compartir, escuchar, aprender…?
-Pero la gente necesita respuestas –me indica un buen amigo. Si no las obtiene, volverá a los mitos de cada cultura y de otros momentos históricos.
-Quienes fabrican respuestas pret a porter, por novedosas que parezcan, han diseñado por los demás previamente las preguntas (o sus sucedáneos). Aunque la capacidad para profundizar en análisis, establecer hipótesis, utilizar la imaginación, etc. sea, lógicamente, muy desigual, por primera vez en la historia se dan las condiciones que permiten niveles de interacción muy diferentes para la construcción colectiva de conocimiento. Ya no se trata de que un grupo social privilegiado transmita al resto sus presuntas verdades. Y lo mismo se puede aplicar a la participación ciudadana en la vida política. Existen las posibilidades pero, ¿estamos preparados para aprovecharlas plenamente? ¿Hay algún interés en ello?
-¿Y qué aporta la poesía en semejante realidad? –continuaría mi querido amigo, aquel con el cual converso, que siempre va conmigo.
-Sabemos que las máquinas ya superan en algunos aspectos a nuestro cerebro. Pero la poesía podría coadyuvar, junto a otras artes y disciplinas, a recordarnos que somos algo más que obediencia y memoria. Podría sugerirnos que no tiene por qué quedar reservada a unos sectores determinados, sino que, de alguna manera, quizá debiera volver a formar parte de la vida de todos los pueblos.
- Ya, pero ¿para qué? ¿Qué puede la poesía?
- Quizá nada, quizá todo. Quizá su lentitud, su mirada preñada de ucronías nos permita intuir que todos somos otros. Quizá nos interrogue: ¿qué beneficio queda en una bala? Quizá constituya un intersticio de libertad, precisamente porque no se paga. Su titánico crecimiento ínfimo podría permitirnos sentir la disonancia de un acorde o contagiar la efímera alegría de un resquicio en el no ser. ¿Qué sé yo? Se ausenta cuando intentamos subyugarla y convertirla en herramienta. Sueña con un futuro descargado de armas. No aplaca la impotencia frente a tanta ignominia, mas logra transformarnos y confiere sentido en tanto que es búsqueda permanente. Nada útil, nada eficaz, nada rentable, ciertamente, mas ¿no será por ello imprescindible en esta realidad y en estos momentos, en que la tiranía de lo útil, lo eficaz y lo rentable nos niega individual y colectivamente, nos convierte en piezas intercambiables de un gran engranaje, nos arrastra hacia abismos que no deseamos ver?
Resultaría imposible sintetizar en unas líneas para qué y cómo se nos hace imprescindible la poesía, pero admito que es una de las escasas certezas que me quedan y que quisiera preservar.




Publicado en el Diari de Tarragona el 19 de octubre de 2011

lunes, 17 de octubre de 2011

II







No, no sueño. Vigor
De creación concluye
Su paraíso aquí:
Penumbra de costumbre.


Y este ser implacable
Que se me impone ahora
De nuevo —vaguedad
Resolviéndose en forma


De variación de almohada,
En blancura de lienzo,
En mano sobre embozo,
En el tendido cuerpo


Que aun recuerda los astros
Y gravita bien— este
Ser, avasallador
Universal, mantiene


También su plenitud
En lo desconocido:
Un más allá de veras
Misterioso, realísimo.





domingo, 16 de octubre de 2011


Manifestación indignados Barcelona




Manifestación en Madrid

domingo, 9 de octubre de 2011

La literatura y los que la leen (fragmentos).




No es insólito (ni apenas beneficioso para el progreso de la cultura) que algunos escritores menosprecien a otros en voz alta por ocupar una posición distante de la suya en la escala general de las tendencias literarias. Por lo visto ignoran que el estilo por sí solo es un criterio insuficiente para determinar la calidad de una obra. Un escritor no ejerce mal su oficio porque nos disguste su manera de escribir. Sería absurdo criticar a un cocinero experto en platos chinos por la simple razón de que nuestro paladar deteste el arroz. El escritor no flojea porque practique el realismo, la poesía barroca o la escritura vanguardista, sino porque, dentro de su tendencia particular, carece de unas cualidades determinadas.

De poco sirve ejercitar dichas cualidades, cualesquiera que sean si los lectores no disponen de antenas intelectuales para captarlas, en cuyo caso el escritor deberá resignarse a la suerte del pianista que pulsa las teclas de su instrumento ante un público sordo.



La expectativa de una recompensa a la labor llevada a término es propia del hombre libre. El esclavo, pobrecillo, ¿qué va a esperar? Existen desde luego recompensas de muchas clases. Se cuenta que en 1928 Bertolt Brecht recibió un automóvil a cambio de un poema. La remuneración en dinero o en especie no significa que el escritor haya despachado la tarea con mérito ni que dicho mérito, de haber existido, sea cuantificable, aunque no falten en el gremio literario quienes crean que valen lo que se les paga. En rigor, no hay recompensa más digna que la de comprobar que no se ha trabajado en vano, que lo que uno hizo con perseverancia y esmero en su soledad laboriosa resulta útil, significativo, quizá deleitoso, para los demás.

De autores con talento y de lectores avezados se hace la literatura digna de tal nombre. De lectores exigentes con aquello que se les ofrece, pero también consigo mismos. Lo cual implica disposición por su parte a afinar el gusto, a superar dificultades de lectura, a enfrentarse con textos cuyos secretos no se dejan desentrañar así como así, antes bien con ayuda de una carga notable de dedicación y paciencia.



Hoy día abundan los escritores que aprovechan cualquier oportunidad para cubrir de requiebros a los aficionados a los libros. Obviamente los adulan llevados de la certera intuición de que sin ellos no son nada. Por lo mismo podrían injuriarlos a fin de golpear su atención. Buscan público sin distinción de intereses y calidades, al modo de una flor que saliera volando en pos de cuantos insectos pululan por la zona, sean polinizadores o no.

Abandonan entonces su lugar natural, el escritorio; emprenden campañas de promoción que con frecuencia los obligan a ir de ciudad en ciudad convertidos en viajantes de comercio de sus propios libros, procurando generar noticia y diseminar su retrato y su nombre en los medios de comunicación.



No se puede endosar a los lectores la responsabilidad de sostener la literatura. Libro en mano, corresponde a cada uno de ellos la decisión de valerse de la actividad lectora para pasar un buen rato, soltar unas carcajadas u olvidar las penalidades de la jornada. Por la misma regla de tres, la literatura de calidad no es ni tarea ni placer para todo el mundo, y el hecho de que se distribuya dentro de libros, electrónicos o de papel, no significa que merezca la misma consideración que otros libros de similar formato cuya finalidad se aparta de la expresión escrita con intención estética. Y esto es así por cuanto la literatura exige de sus receptores un grado no pequeño de formación cultural, además de una serie de cualidades que no todo el mundo por desgracia posee, como la sensibilidad para determinados registros y temas, la paciencia para el libro voluminoso, para el que frecuenta zonas de vocabulario inusual, para el que abunda en innovaciones estilísticas; en fin, para el que no se deja leer con un ojo mientras se mira con el otro a otra parte.



Fragmentos del artículo publicado en El País el 8 de octubre de 2011

http://www.elpais.com/articulo/portada/literatura/leen/elpepuculbab/20111008elpbabpor_38/Tes

viernes, 7 de octubre de 2011

El orden de las cosas


 Todo estaba repartido desde el principio
A la jirafa, un corazón de pozo profundo
A Ulises el divino, los nudos de su balsa
A cada siglo, su propio cuchillo afilado
A cada máscara, un solo personaje
Al agua, no pasar del cuello
Al vértigo, la inmovilidad si la desea
Al llanto de Demócrito, la risa de Heráclito
A los amigos, más de lo posible
A la hija única, todas las fotografías de su madre
A los padres de todos, que nada cambie demasiado
Al día, la amenaza del infinito
A las vacas de peluche, el mito de Europa
A la tierra plana, otras cosas bellas que no existen
A la ciudad, un círculo, una línea y buena suerte
A los libros, que valgan al menos lo mismo
que un minuto de realidad
Al camello, el reino de los cielos directamente
Al lugar en que se nace, una maleta con brújula
Al lugar en que se muere, otra (y juro que existen)
A la mierda, tantos años de hambre
A Narciso, un estanque limpio
A los caminos laterales, que se vuelvan centrales
(y a los centrales, que se vayan de fiesta)
A la luz, ser monopolio de un solo sentido
A los amantes, hacer largo su viaje
A los poetas jóvenes, tres manuales de métrica
A los poetas mayores, ver lo que veía Rilke
A la alegría, una manzana, un Buda y un relámpago
Al azar, todo lo demás





Lo demás queda al azar, Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2011.

viernes, 23 de septiembre de 2011

En el lugar

Rozar la exactitud


Francisco Javier Irazoki. Fotografía: Barbara Loyer.

Por Chus Sanesteban Iglesias, en Culturamas





No piensen que sólo los ojos pueden ver.
Mirad los ojos de agua, los manantiales de lágrimas de Job que pasean por París.
Poeta sin sombra, escuchador de Hallelujah, soñador de silencios… Francisco Javier Irazoki (Lesaka, 1954) nos muestra cómo rozar la exactitud.

-Su primer poemario se llamaba Árgoma . ¿A dónde nos traslada esta silvestre palabra?

-Sobre todo, al paisaje de mi infancia y adolescencia. Crecí rodeado de praderas, helechales y arboledas. Abundaba esa planta espinosa de flores amarillas. Mis primeros años fueron especialmente luminosos, pero los paisajes exuberantes no son liberadores en todas las etapas de una persona. Aquella plenitud verde se volvió opresiva. En mi juventud, cuando escribí el primer libro de poemas, identificaba las árgomas con algunas preguntas sin respuesta.

-“Escuchamos” Notas del camino . ¿Cuál es el camino?

-El libro fue el resultado de una colaboración con el fotógrafo segoviano Antonio Arenal, a quien le debo varias enseñanzas. En su masía de Tarragona todos los objetos son de gran belleza, pero la armonía debe estar al servicio de la utilidad. Esa relación de Antonio Arenal con sus objetos me ha abierto un camino poético. La eufonía, el cuidado musical en los versos o en la prosa y el amor al idioma me importan mucho, pero son únicamente ornamentos si no contienen una vivencia sincera, la duda, una reflexión.

-¿Somos los hombres intermitentes?

-Sí, en “Los hombres intermitentes”, poema en prosa que da título genérico al libro plublicado por Hiperión, describo cómo nos volvemos invisibles cuando falla la experiencia amorosa. Conocí esa desaparición y regresé a la visibilidad con un nuevo amor.

-De Los hombres intermitentes han dicho: “Me recuerdan sus textos a los poemas de Julio Cortázar.” ¿Un elogio?

-Desde luego. He disfrutado tanto con las páginas de Julio Cortázar… En especial con sus cuentos. Cuando viajo en el metro todavía me sigue viniendo a la mente el relato “Manuscrito hallado en un bolsillo”. Inolvidable la destreza con que evita la linealidad temporal.

-Al referirse a esta misma obra, un lector dijo de usted: “Poeta de los ojos de agua que nos muestra la complejidad del paraíso con una sola palabra.” ¿Qué se siente al leer estas palabras?

-Gratitud y pudor. Se refiere a la palabra. Y, dejando a un lado el elogio del comentario, no sé si puede imaginar cuánta importancia tuvo cada vocablo en el ambiente de mi niñez. “La lengua debe dar siete vueltas en la boca antes de hablar”, dicen los franceses. Así vivíamos en mi familia. La palabra era una amiga y un techo de fidelidad. También una columna para sostenernos moralmente. Esa amiga de calidad no fue sólo un regalo de mi padre o de nuestros vecinos, para los cuales, sin firmar ningún papel, la palabra llevaba el peso de un contrato. Se repetía en el entorno más cercano. Después, en la literatura, he intentado la precisión. Con dificultades y modestia artesanal, por supuesto. Ser un buen escritor quizá consista en tener el talento necesario para mitigar el fracaso expresivo. Rozar a veces la exactitud.

-Gracias a usted muchos conocimos a Félix Francisco Casanova. ¿Cuál es su poema favorito del siempre joven poeta?

-A Félix Francisco Casanova se le conoce gracias al entusiasmo de muchas personas afectadas por su buena literatura. Le he sido fiel porque me gusta insistir en los placeres. Cuando depura la forma, Casanova consigue una importante complejidad. No describe sólo el primer estrato de las cosas; supera la espuma de las realidades. Me emocionan todos los textos incluidos en “Antología poética – Cuarenta contra el agua” (Demipage). Destaco dos muy intensos: uno sin título, cuyo primer verso es “A veces cuando la noche me aprisiona”, y el último que escribió, “Eres un buen momento para morirme”. Hay en ellos una soledad que nos sobrecoge.

-¿Quién debería proponerle musicalizar sus poemas para que usted dijese que sí?

-Cualquiera que tenga ganas y algo de buen gusto. Por fortuna, la altivez clasista ha muerto en el arte musical. Soy partidario del eclecticismo y gozo escuchando a compositores medievales, renacentistas, barrocos, clásicos, vanguardistas, jazzmen, flamencos, bluesmen, rockeros y otros indefinibles.

-¿Qué palabra le gustaría usar más a menudo? ¿Cuál es musicalmente la más bonita?

-Desde hace algunos años deseo una expresión que, reflejando sombras, ayude a celebrar la vida. Todavía se repite como un mantra venerable que la hondura artística está reservada a los creadores que caminan en el interior de los abismos. Me parece que de ahí han salido no pocas naderías confusas. En mi opinión, la búsqueda del malditismo es superficial y la alegría consciente es lo más profundo. Actualmente leo un volumen donde se reúnen casi todos los poemas de Eloy Sánchez Rosillo. Llevo el libro en los paseos matinales por las calles de París. Lo abro y siempre recibo un alivio suave. Me siento incapaz de elegir la palabra más bella o musical, pero las de Sánchez Rosillo son hondas. Las ha escrito un hombre que se sabe efímero y ensalza la vida en que él se consume.

-¿Podría describirnos lo que está viendo, sintiendo, escuchando…?

-Estoy sentado a la mesa. Me acompañan un cuaderno y un lápiz. Delante de mí, la fachada acristalada de la vivienda y el patio con árboles. Dos mirlos saltan sobre la glicinia. El tapicero y el músico se saludan mientras escucho las canciones del renacentista Josquin Desprez. Me siento en paz. 56 años. No soy optimista, sino agradecido.

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DOS POEMAS EN PROSA DE FRANCISCO JAVIER IRAZOKI

PALABRA DE ÁRBOL

No conocí al que murió en el vientre de mi madre. La abuela lo recogió, dijo que era grande como un guía y lo puso en el hoyo que el padre había cavado entre las raíces de mi higuera preferida.

Yo pasaba tardes enteras bajo el gris áspero de las hojas del árbol, esperando que naciesen los higos. Cogía al fin el fruto blando y tocaba su piel negra que después deshacía en tiras. Cada hilo era una puerta para adentrarme en mi hermano muerto y lo paladeaba al ritmo lento de un viajero antiguo. Luego rompía con los dientes las semillas menudas del interior. Ellas contenían palabras, voces que subieron por la savia de la higuera.

Los otros niños crecieron descubriendo aventuras. Para mí, crecer fue sentir el paso del tiempo al escuchar los mensajes que un muerto me enviaba desde sus frutos.

Alguien quiso una ceremonia devota en aquel lugar. De la cartera de mi ojo derecho saqué una lágrima inmóvil. Una lágrima petrificada que se transformó en blasfemia de fuego cuando la deposité en la escudilla situada a los pies de los ídolos.

 
CARTA A LEONARD COHEN

Ahí están las calles de compás negro, donde los cortejadores de la aguja calientan su porción de olvido. Suena un concierto de ambulancias sinfónicas.

Es invierno en París y, bajo los soportales, canta una mujer muy bella. Las miradas de los viandantes acarician su vestido de aguaturma. Ella sonríe desde la pobreza elegante, apoyada en una pared que parece un signo de interrogación, y a veces me habla con esa leve dejadez de quien habita en casas en las que nadie barre la tristeza. Al final canta tus canciones. Entorna los ojos y los versos se posan sobre un diminuto cadáver embozado en escarcha.

Sé que envejeces, Leonard, que oyes cómo en la habitación contigua gozan contra ti las mujeres amadas y que te alivias describiendo el peso de la melancolía cifrada en lluvia. Te convendría ver tu emoción hecha vaho que despiden los labios más peligrosos de mi urbe. Aunque nunca conquistarás a esta mujer que ya se ha comprometido en amor con tu palabra.



Los hombres intermitentes. Hiperión, Madrid, 2006