sábado, 28 de noviembre de 2015

Sapere aude




Respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración?

La ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración. La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! (...)
Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia. (...)

Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe!



INCIDENTS IN THE JUNGLE


jueves, 26 de noviembre de 2015

LA GLORIA LITERARIA





¿Y qué ambición más limpia,
mejor dotado premio que merecer cantarte,
cenizoso abedul que entre dos prisas
te cruzas en mi día?
¿No es suficiente pago el rumoroso
tintineo de las monedas de oro
que aún tiemblan en tus ramas
cuando están ya desnudos
los castaños, los álamos, los plátanos?

Se para uno a mirarte y ya le habla
del alma herida al alma tu tronco acuchillado,
la mirada espantada de tus ojos,
pero a la vez le cantas –si a escuchar acertamos–
la melodía única
que brota de los surcos de tu blanca
corteza, tal de rollo de pianola.
¿Cómo no devolver canto con canto?

Cuando otros enmudecen esperando
la tarda primavera, tú creces hacia el frío,
y es clamor tu silencio, y es abrigo
la lividez estoica de tus ramas,
la dignidad sufrida de tu invierno.

Tomáramos ejemplo de tu ejemplo
ante los fríos aires de la vida.


Lo breve eterno. Ed. La Isla de Siltolá. Sevilla, 2013

Afuerismo





La sociedad cerrada y sus amigos. El eterno retorno.



domingo, 22 de noviembre de 2015

La educación del ser poético




¿Por qué motivo los niños, en general, son poetas y, con el tiempo, dejan de serlo? ¿Será la poesía un estado de infancia relacionada con la necesidad de juego, la ausencia de conocimiento libresco, la despreocupación por los mandamientos prácticos de la vida -estado de pureza de la mente, en suma? Creo que es un poco de todo esto, si ella encuentra expresión cándida en la niñez, puede expandirse en el tiempo, conciliada con la experiencia, el sentido crítico, la conciencia estética de los que componen o absorben poesía.
Pero, si el adulto, en la mayoría de los casos, pierde esa comunión con la poesía, ¿no estará en la escuela, más que en cualquier otra institución social, el elemento corrosivo del instinto poético de la infancia, que va muriendo a medida que el estudio sistemático se desarrolla, hasta desaparecer en el hombre hecho y preparado supuestamente para la vida? Me temo que sí.
La escuela llena al niño de matemáticas, de geografía, de lenguaje, sin hacerlo, por norma, a través de la poesía de la matemática, de la geografía, del lenguaje. La escuela no repara en su ser poético, no lo atiende en su capacidad de vivir poéticamente el conocimiento y el mundo. Sé que se consume poesía en las aulas, que se decoran versos y se promocionan pequeños declamadores pero, ¿es eso cultivar el núcleo poético de la persona humana?
Oh, olviden, por favor, la sospecha de que estoy albergando la alevosía de formar millones de pequeños poetas en los pupitres de la escuela infantil y primaria. No quiero nada de esto, y creo incluso que el uso de la escritura poética en la edad adulta suele degenerar en un abuso que no tiene nada que ver con la poesía. Se hacen demasiados versos vacíos de aquel destello que distingue una línea de poesía de una línea de prosa. Ambas cumplen con palabras de la misma lengua, de la misma época, del mismo grupo cultural, pero tan diferentes. Si hay inflación de poetas significativos, faltan amantes de la poesía -y amar la poesía es la forma de practicarla, recreándola.
Lo que yo le pediría a la escuela, si no me faltasen luces pedagógicas, sería considerar la poesía como primera visión directa de las cosas y, después, como vehículo de información práctica y teórica, preservando en cada alumno el fondo mágico, lúdico, intuitivo y creativo, que se identifica básicamente con la sensibilidad poética.
No sería tal vez inapropiado cuidar de una extensión poética de las escuelitas de arte, esta idea maravillosa que Augusto Rodrígues sacó de su formación humana de artista para la realidad brasileña. Lejos de ser una fábrica alarmante de versificadores infantiles, esta extensión, curso o actividad independiente, o el nombre que le perteneciera, daría al niño condiciones para expresar su manera de ver y de sentir la relación poética entre el ser y las cosas. “Proyecto de educación para la poesía”, se menciona hoy en Educación Artística en la escuela secundaria, cuando lo más razonable sería decir educación por el arte. La vocación poética tendría ahí una salida franca, las experiencias creativas disfrutarían entonces de un clima favorable sin que ello importase en la obligación de lograr resultados concretos mesurables en un nivel escolar.
Sé de casos en los que un ingeniero, por ejemplo, a los 30, 40 años, descubre la existencia de la poesía… ¿No podría haberla descubierto antes, buscándola en sí mismo, cuando ella se manifestaba en juegos, improvisaciones aparentemente absurdas, garabatos, hallazgos verbales, exclamaciones, gestos gratuitos?
Algo que se concibiera en ese sentido, en el campo de la educación, valdría como correctivo previo de la aridez con que se suelen transcribir los destinos profesionales, amurallados en la especialización, en la ignorancia del placer estético, en la tristeza de encarar la vida como deber pespuntado de tedio.
Y el arte, como la educación y todo lo demás, ¿qué fin más alto puede proponerse sino éste, de contribuir a la educación del ser humano para la vida, lo que, en una palabra, se llama felicidad?

CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE

Periódico del Brasil, Río de janeiro-rj, 20.07.74
Traducción: José Ángel Hernández

viernes, 20 de noviembre de 2015

DISTANCIA





En la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos
anida la transparencia que mis labios requieren.



lunes, 16 de noviembre de 2015

viernes, 13 de noviembre de 2015

Não Tenho Pressa





Não tenho pressa. Pressa de quê?
Não têm pressa o sol e a lua: estão certos.
Ter pressa é crer que a gente passa adiante das pernas,
Ou que, dando um pulo, salta por cima da sombra.
Não; não sei ter pressa.
Se estendo o braço, chego exactamente aonde o meu braço chega -
Nem um centímetro mais longe.
Toco só onde toco, não aonde penso.
Só me posso sentar aonde estou.
E isto faz rir como todas as verdades absolutamente verdadeiras,
Mas o que faz rir a valer é que nós pensamos sempre noutra coisa,
E vivemos vadios da nossa realidade.
E estamos sempre fora dela porque estamos aqui.




Poemas Inconjuntos

domingo, 8 de noviembre de 2015

IDEOLOJÍA





La perfección de la forma artística no está en su exaltación, sino en su desaparición; no en hacer una prosa mala o desaliñada, sino en hacerla tan buena que parezca que no existe.




Ni el elojio me inquieta ni la censura me conmueve. Soy lo que soy. Nada me añade el aplauso y nada me quita el insulto.




No hay dibujantes mejores que el polvo y la sombra.




Gustar pero no del todo.



Mejor callar que hablar; mejor soñar que callar; mejor leer que soñar o pensar solo. Leyendo, el mismo silencio se calla y podemos pensar o soñar en compañía.



Actual; es decir, clásico; es decir, eterno.



Era casi perfecta. Su mayor encanto estaba en el “casi”.



Espacio (fragmento)




Los dioses no tuvieron más sustancia
que la que tengo yo. Yo tengo, como ellos,
la sustancia de todo lo vivido
y de todo lo por vivir. No soy presente sólo,
sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo
a un lado y otro, en esta fuga,
rosas, restos de alas, sombra y luz,
es sólo mío,
recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido.
¿Quién sabe más que yo, quién puede,
ha podido, podrá decirme a mí
qué es mi vida y mi muerte, qué no es?
Si hay quien lo sabe,
yo lo sé más que ése, y si lo ignora,
más que ése lo ignoro.
Lucha entre este saber y este ignorar
es vida, su vida, y es la vida. Pasan vientos
como pájaros, pájaros igual que flores,
flores soles y lunas, lunas soles
como yo, como almas, como cuerpos,
cuerpos como la muerte y la resurrección,
como dioses. Y son un dios
sin espada, sin nada
de lo que hacen los hombres con su ciencia;
sólo con lo que es producto de lo vivo,
lo que se cambia todo; sí, de fuego
o de luz, luz. ¿Por qué comemos y bebemos
otra cosa que luz o fuego? Como yo he nacido
en el sol y del sol he venido aquí a la sombra,
¿sol del sol, como el sol alumbro?, y mi nostaljia,
como la de la luna, es haber sido sol
y reflejarlo sólo ahora. Pasa el iris
cantando como yo. Adiós iris, iris,
volveremos a vernos, que el amor
es uno solo y vuelve cada día.



http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=331&Itemid=1&limitstart=2

domingo, 1 de noviembre de 2015

NO PUEDO QUEJARME



No puedo quejarme
como el sol tras las nubes.

Me dejo caer sobre
las almas fatigadas,
hiero con mi alegría
los labios silenciosos.

Mis sueños entretejidos
con retazos de frustración
hacen tambalear mi cuerpo.

Alguien me pregunta qué tengo.
Le digo que se asome
al precipicio de las banderas
y de las pantallas.




Línea de fugacidad. Centro de Lingüística Aplicada Atenea, 2009