martes, 31 de agosto de 2010

TU PRESENTIDO ENCUENTRO



ANTES de haber nacido
ya sabía tu nombre
y ahora busco una muerte
sola, dura y precisa.
He sabido que el alma
tiene forma y se toca
que la limpian los huertos
y los pájaros tristes.


Antes de haber nacido
ya cantaba mi vida
bajo las venas secas
de mis antepasados.
Y antes que las estrellas,
que el alma, que la vida,
fue el amor tan oscuro como un largo camino.








ELEGÍA A UN HOMBRE BORRACHO EN EL ALBA
- purgatio -



SE despertó de pronto
perdido entre las cosas
como cayendo en nieve de otro sueño
¿era la muerte? El preguntar y el ver
eran confusos, soledad la memoria,
alcohólico el vacío fascinante.
Su culpabilidad, por quién: ¿su vida?
¿Era su vida aquel camino inmóvil
donde una multitud esquebrajada,
derrotada, se cernía en las sombras
para buscar la urdimbre del milagro?


Amanecidamente regresaban
conocidos los seres, amanecidamente.
Mañana nueva ¿quién te alcanzaría?
¿quién iba a izar tu páramo desierto?
Cegando astros y partiendo estrellas
la noche hizo el silencio a sus espaldas
y el hombre, desde dentro de los ojos,
desde la trocha múltiple
de su interioridad chocó en el vidrio
del ventanal azul que abre la aurora.
Allí se amortiguaban la materia
y el caos: nubes, contornos, rastros,
Dios estaba
con él, en él, sin él... un torbellino mientras
el cuerpo, soborno del alcohol, brisa se hacía.
¡Qué intensa era la niebla de vivir,
qué azorado el deseo, qué engañosa la mente!


Bruscos abismos del veneno: sus playas
de pájaros carnívoros, sus vísceras,
el torvo fermentar de la memoria
grabando como máquina los humos
sonoros de la ciudad, la fúlgida
razón de la bebida bajo la nada astuta
tejida por la aguja de los aires:
Y allí aquellas mujeres, lejos ¿ muertas
en los carmines rojos de los taxis?
Arcángeles malditos de mirada
cruel, sin alas, rotos
en las vides del sexo. Y el olor
de los vómitos...


Así volvió a llenarle
la turbia araña de los pensamientos,
la mancha gris de la melancolía.
Y en la nueva mañana
Iba abrirle la niebla de aquel túnel
la luz corva del vaso

JHT
I


Sin estrépito el mundo empieza, mudo.
Un hueco calcinado.
Cochambroso mundo ajeno,
Interrogando por un deseado renacer abierto,
El amplio acorde disonando
De la casa que crepita.


Y sólo un acezante animal acecha
En la calle, la casa, el corazón.
Sólo lo extraño y su telambre
Hila siempre fibras nuevas,
Con su tímida avidez despoja
Y recios lugares palpa, de áspera corteza.


Tras la espuria intimidad, una grávida materia.
Translúcido metal en las noches nace sin rutina
Que secreta carne cuece en su vaivén.


Y va creciendo en ese seno extraño el más pronto despertar,
El ansia de un alma vagabunda deslumbrada
Por aquellos ignorados pasos,
Ignotos pasajes entreabiertos.


Secreta carne allí desaparece y aparece
Entre castas mareas y sus recónditas auroras.
Fuego que arroja desde el centro aliento embravecido.


Y así, en el frío invernal de su redoma
Es sedosa hoy la compañía,
Sedoso el instante, sedoso el mar,
Sedosa libertad: lejos
La pértiga, el bastón, la vara
Que nos conducían amablemente
En nuestro torpe deambular vacío.


Heme pues, aquí,
Llegado una vez más a un sitio extraño
Donde despierta agitado el pecho
y en su impaciente monstruosidad, la mano:
Azoca, amigo, lo extraño nos despierta,
Nos salva justo en el instante
Del torpe transigir.


 
 
 
 
 
 
 
 
Secretamente acuna el cuerpo su hermosura
Guardando un recuerdo que al fin cede
En nuestro extraño afán de llevarlo a todas partes
Tal una inacabable vela que alumbrara siempre.


Y un día pisamos un suelo no antes conocido,
El portal de una ilusión, buscando
Un lugar donde todo pueda aún acontecer.
Una gracia, no de otro sino autoconcedida.


Y entramos o salimos al encuentro del azar.
Otro cielo, otro país, un nuevo corazón.
Un destino pequeño pero cierto.


Y caminamos.
Casi al borde del cielo caminamos.
Y el camino refulge como un río.
No uno apacible sino, resbaladizo, otro,
Acaso de aire límbico..


Y justamente entonces sentimos
Que algo, después de tanto batallar,
Está desordenando el corazón…




... una música, una esfera
Donde se respira otro aire, un instante puro.


Sin saber qué hacer con El Error, seguimos
Caminando, siempre,
A ganar con urgencia
El sincopado acontecer que salva
Cuando todo se oscurece
Y brota un macabro resonar vacío.


Y acompañados por la voz del canto, decidimos
Esperar a que un día alguien anuncie
Que la esperanza recomienza...La dicha
Ha caminado sola poco a poco
Y al fin llega: como una mano amiga
Que en la tarde nos toca suavemente
El hombro y nos invita a despertar;
O aquel reloj ya viejo cuyas horas
Golpean el cráneo, el corazón,
Y dice, en fin, que detrás de la ilusión
Había otra ilusión.


Que con esa pobre musiquilla silenciosa
Levantar se puede nuevamente todo.
Y así munidos ya no importa si alrededor todo es oscuro
Porque en el centro algo nuevo aunque incierto resplandece.


Recupera uno victorioso sus recuerdos
Remontando el tiempo cuando todo se perdía
Pues nunca fue total la pérdida, nunca lo es,
Decidiendo volver, volver, necear, único
Privilegio que reclama el corazón:


Nada revive, es cierto, pero ilusiona
En un instante. Y así vivimos,
En esa luz creciendo,
Decreciendo.


Masca la cachimba, bien, la vida, es.

 
INTERROGACIONS


¿Es pot traduir la bellesa
de l’alba
o de la posta?

La fina xarxa del poema,
¿atraparà l’alè
de la tarda tan lenta,
l’espurna d’incertesa al fons
sense fons d’una mirada?


¿El sedàs de la paraula
retindrà ni que sigui un bri
de l’instant que passa?

Al capdavall,
taques negres sobre blanc desert.
Oasis?




PREGUNTAS


¿Se puede traducir la belleza
del alba
o del ocaso?


La fina red del poema,
¿atrapará el hálito
de la tarde tan lenta,
la centella de incertidumbre al fondo
sin fondo de una mirada?


¿El cedazo de la palabra
retendrá siquiera una brizna
del instante que pasa?


Al final,
manchas negras sobre un blanco desierto.
¿0asis?






Les escapçades
ales de la blanca
quartilla damunt la taula.
El roig far que per a res vetlla
una trista mar de cendra.

I aquest feixuc batec
del cor del temps a la pared.


Inapel.lable l’exèrcit
de tèrmits a la mirada.





Las desmochadas
alas de la blanca
cuartilla sobre la mesa.
El rojo faro que para nada vela
una triste mar de cenizas.


Y este cansado latido
del corazón del tiempo en la pared.


Inapelable el ejército
de carcomas en la mirada.

domingo, 29 de agosto de 2010

Apuntes para un ensayo sobre la sordera

Antecedentes:


Hubo sordera aquellos primeros tiempos en que una mujer, armada con una simple y jugosa manzana, se rebeló por primera vez contra el todopoderoso macho. Hubo simplemente sordera.


Sin embargo, antes había existido otro sordo homófílo, que, por rebelarse contra el todopoderoso macho por un asunto de celos angelicales, fue arrojado a las oquedades incandescentes, vientre, madre, núcleo de la Tierra, ardor genital. Hubo simplemente sordera.


Hubo sordera en aquel primer asesinato de un miembro de la propia especie. Antes del acto, el inculpado se había entregado con fruición a las arduas tareas caza, con evidente sordera ante los lamentos animales. Hubo simplemente sordera.


Desarrollo:


Se deleita en la sordera ajena y propia quien con una mano acaricia y usa la otra para echar mano a lo que no le corresponde. Dícese del sistema que interpone la atención social como escudo para seguir recogiendo beneficios a gran escala.


Se vale de la sordera quien, entre bomba y bomba, rapiña sangre y sudor. Dícese del sistema que utiliza la guerra como artimaña de negociante.


Hace dejación de oído quien, promulgando leyes y glorificando la justicia, utiliza ésta para jugar al ajedrez con sus oponentes, sobre todo con aquellos a los que sabe que puede ganar con relativa facilidad, a veces incluso en partidas simultáneas. Dícese del sistema judicial en que, hecha la ley, ha que idear otra para poder manejar la primera a su antojo, y otra más para justificar el antojo, y otra más para justificar lo injustificable, y así sucesivamente.


Inculca sordera quien, entre norma y norma, tapona los oídos de los infantes con cera, para que no puedan disfrutar del canto de la vida, calificada por los sordópatas como peligroso canto de sirena de imprevisibles consecuencias en tiempos en que la pleamar amenaza con esparcir sirenas por tierras de los humanos. Dícese del sistema que promulga leyes educativas para convertir todo atisbo de éxtasis científico y sapiencial en tediosa disciplina, ideada para domesticar fuerzas animales y anímicas, con objeto de inducirlas, mediante una sorda presión, a arrastrar un carro social de cuadradas ruedas.

Colofón:


En el principio fue la sordera. En el final, provocó, por efecto de diapasón, la ceguera. Y además, todos pensaron que los demás eran cobardemente mudos.

JUAN KRUZ IGERABIDE
agosto, 2010
Para Favorables.

martes, 17 de agosto de 2010

I

Este es un canto de alabanza
ya que no puede serlo de humildad
por culpa del que, en vez de limitarse
a la mirada, escribe cuanto ve,
lo que piensa que ve, lo que pretende
ver aunque nada vea. Con los años,
en lugar de agrandarse, el mundo
se me ha ido empequeñeciendo,
ni siquiera me sirve hablar
en tercera persona. Con los años
no mengua la alegría, se hace
más y más solitaria; no mengua
ni la belleza ni el espanto
haber vivido tanta bajeza propia,
tanto agravio en su luz despiadada.
Ni el cielo, su sentido al que asciende
la tierra en el color de las alondras
y solo canto se hace, casi intangible,
levedad, alabanza.


II


Como en aquella foto de Walser, de espaldas,
junto a una cerca de madera,
subiendo por la cuesta. Ni siquiera
se ven sus huellas en la nieve,
como si pasease al margen, fuera
de esta vida tan loca, en los días
del sanatorio de Herisau. Así,
en la nieve ni huella, una sombra
sin nadie en la raíz del habla,
como si pasease lejos
de tanto frecuentar las cercanías.
Sólo el que dice: no, se salva
del que adula y de sí mismo, se libra
de los fastos y honores: componendas; es
en vez de estar y cuando está,
está. Como es sentencia de los dioses,
en el campo nevado, allí, Robert Walser,
il miglior paseante, está, tendido
para nunca jamás en medio de la pureza.