Para aprender a conversar, hay que replantearse qué es una conversación, cómo la afrontamos (situaciones de poder implícitas, fines de la conversación, habilidades necesarias...).
Cuando oigo sin querer presuntas conversaciones a voz en grito en cualquier espacio público, me molesta por todo lo que pone de relieve. Cuando oigo sin querer a unos presuntos tertulianos o famosos voceando o, peor aún, a algunos políticos que nunca escuchan, sino que arrojan discursos preparados en los que cuesta entrever alguna verdad, que rara vez ofrecen argumentos, sino interpretaciones sesgadas y prejuicios, me molesta y me preocupa, por todo lo que significa.
Los conocimientos no nos hacen mejores personas si se conciben de manera meramente instrumental, para lograr "éxito" en objetivos personales, si excluyen valores de convivencia, respeto, colaboración, humanidad. Los conocimientos no nos hacen mejores personas si no hay ética en la educación. Y recordemos que la educación es cosa de toda la tribu: familia, escuela y sociedad.
Algo no va bien.