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| Fotografía: José Ángel Hernández |
A la gente humilde, honesta y trabajadora le interesa más la bondad que el poder. No lo necesita. Tiene capacidad para hacer, para ser, sin utilizar a los demás. Se defiende de los poderes que anulan a las personas afirmándose. Se ríe de los marcos simbólicos a los que quiere reducir su vida creativa. "Una cosa es predicar y otra dar trigo" es un refrán que rompe toda ilusión en los discursos.
Esta gente, la que nos salva siempre, los justos de Borges o el pueblo de Machado, precisa autoridad, no autoritarismo. La autoridad de la colaboración, del ejemplo que reconocen, del ejemplo de quienes mejor preservan el bien común, de quienes arriman el hombro.
Esa autoridad no se detenta, se concede cada día.
Esa autoridad es lo contrario de la imposición, de la violencia.
Esa autoridad está en cada uno de los seres humanos conscientes. La conciencia es individual o se torna ideología (simulacro).
Sí. Me atreví a pensar. Sufrí algunas consecuencias, pero conocí la fraternidad.

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