![]() |
| Fotografía: José Ángel Hernández |
- Tengo cosas que hacer. Quiero aprovechar el tiempo...
- ¿Qué es más importante? Precisamente, vamos a aprovechar el tiempo.
![]() |
| Fotografía: José Ángel Hernández |
A veces no hay ni una reseña de poesía en el suplemento semanal de cultura. Los medios tienen la credibilidad que les confieran los lectores con criterio propio. En la biblioteca tengo que preguntar por qué se quita el rótulo a la sección de poesía. En las librerías siguen mermando los escasos estantes dedicados a un género que sobrevive por los intersticios del mercado. Sin embargo, creo que lo más determinante para el presente y el futuro está en aquello que hacemos quienes perseguimos la poesía por sí misma.
La poesía tiene poco que ver con la competición. El tiempo pone a cada autor y cada obra en su sitio. Para que una obra llegue a ser algún día aquilatada, basta con que se haya escrito y se conserve.
Lejos del ruido aún se puede.
![]() |
| Fotografía: José Ángel Hernández |
El trabajo manual aporta perspectiva a nuestros pensamientos. La división del trabajo es inevitable en nuestra sociedad. Pero la separación absoluta de trabajo intelectual y trabajo físico es alienante en ambos sentidos. Convertirse en un apéndice de una máquina o en un animal de carga, no incentiva las facultades propiamente humanas. Limitarse al mundo de las ideas, sin conexión con la vida, nos hace frágiles, dependientes, inútiles en muchos aspectos.
Un niño que aprende a cuidar sus propias lechugas, aunque sea en un balcón, comprenderá que un alimento requiere tiempo, conocimientos, dedicación. Si utiliza un martillo, aprenderá nociones básicas de física, los peligros de esa herramienta, el esfuerzo que cuesta construir algo...
La separación entre ciencias y letras es una necedad. La separación entre trabajo físico y trabajo intelectual, una condena.
![]() |
| Fotografía: José Ángel Hernández |
La realidad nos espera. Una almendra germina y requiere cuidados. Ignora en qué párrafo te quedaste, si podaste los nísperos para que sus frutos vuelvan a ser de un tamaño adecuado, si trasplantaste el laurel y los ciruelos, si trituraste las ramas de morera para el compostaje, si hace tiempo que no coges la guitarra...
Este invierno querías descansar, leer, escribir...
Cuando nada ni nadie te señala las horas, hay que desaprender la obediencia inculcada, priorizar el cuidado de uno mismo y de vínculos que confieren sentido.
Persigues ese punto en que es posible el equilibrio entre la atención demandada y el propio tiempo.
¿O es que falta algo más?
Consuela la belleza que trajiste en forma de un pequeño esqueje.
![]() |
| Fotografía: José Ángel Hernández |
Para aprender a conversar, hay que replantearse qué es una conversación, cómo la afrontamos (situaciones de poder implícitas, fines de la conversación, habilidades necesarias...).
Cuando oigo sin querer presuntas conversaciones a voz en grito en cualquier espacio público, me molesta por todo lo que pone de relieve. Cuando oigo sin querer a unos presuntos tertulianos o famosos voceando o, peor aún, a algunos políticos que nunca escuchan, sino que arrojan discursos preparados en los que cuesta entrever alguna verdad, que rara vez ofrecen argumentos, sino interpretaciones sesgadas y prejuicios, me molesta y me preocupa, por todo lo que significa.
Los conocimientos no nos hacen mejores personas si se conciben de manera meramente instrumental, para lograr "éxito" en objetivos personales, si excluyen valores de convivencia, respeto, colaboración, humanidad. Los conocimientos no nos hacen mejores personas si no hay ética en la educación. Y recordemos que la educación es cosa de toda la tribu: familia, escuela y sociedad.
Algo no va bien.
Antes de que se pusiera de moda la novela gráfica y antes de que se hablara, en general, de memoria histórica.
No encontraba editores en España. Una lectura muy recomendable para paliar la peligrosa amnesia colectiva que se cierne sobre nuestro presente.
Una advertencia: la primera edición total tiene un fallo grave. No es total, pues le falta algún capítulo. La editorial lo ha reconocido y ha sacado la segunda edición corregida.
Gracias, Carlos.
![]() |
| Fotografía: José Ángel Hernández |
- No estudies filología -me aconsejó Reyes Pejenaute, que en paz descanse. La mejor profesora de Lengua Castellana que tuve, una persona increíble. Era inevitable que cuajase una profunda amistad.
- ¿Por qué? -Le pregunté.
- Para que siempre sigas escribiendo. -Respondió.
Se puede enseñar a leer haciendo aborrecer la lectura. Se puede ser doctor sin escribir un verso o sin pasar del primer endecasílabo. Pero también se puede preservar la propia creatividad sin rehuir la academia, como es obvio. Ignoro las razones que motivaban ese consejo, pero intuyo que, en mi caso, no le faltaba razón.
Leer, leer y leer poesía (no sólo acerca de ella). Cultivar el oído (la memorización es de gran ayuda). Pensar. No concibo una poesía que no se fundamente en la contemplación y en la reflexión, que no asuma el pensamiento de su tiempo, siempre en diálogo con el que lo precedió. Comprender. Somos seres sociales. La realidad nos constituye en cierta medida. Los anhelos nos mantienen vivos. Estos son algunos requisitos mínimos que exige la poesía. No se trata de un currículum, ni de superar unas pruebas, ni de acercarse a un grupo que sancione.
La poesía no se alcanza nunca definitivamente. Quien se lo crea, está perdido.
He hablado de algunos requisitos, no de recetas ni de fórmulas, pues sería absurdo. No entraré en los requisitos personales, aunque parece razonable pensar que ciertas capacidades (empatía, sensibilidad, lucidez...) pueden coadyuvar a desarrollar una mirada poética de alcance.
Así pues, quizá debiéramos sugerir algo de lo expuesto a los jóvenes que alegre o tristemente se dispongan a escribir poesía. Hoy es muy fácil hacer público un escrito. Incluso publicar libros, especialmente si tienes seguidores. Quizá por eso se hace más necesario que nunca discernir. No es cuestión de elitismo, sino de criterio. No hay diplomas que acrediten un recorrido. El esfuerzo es permanente.
Ánimo. Se trata de la poesía, no de sucedáneos.
Un amigo entrañable me ha dejado este libro. Solemos quedar a tomar un café y comentar cada ofrenda.
En esta ocasión quiero compartir mi gratitud, pues se trata de un trabajo muy necesario.
En estos tiempos se va haciendo imprescindible reconocer los rasgos de personalidad que pueden arruinar una vida, una empresa o un país. Reconocerlos y tener las herramientas para defenderse de ellos.
![]() |
| Fotografías: José Ángel Hernández |
La ciudad que honra a los poetas. El aula donde Antonio Machado impartía sus clases. El monte de las Ánimas.
Pasear por Soria es reencontrarse con un tiempo que apreciaba lo que debiera permanecer.
Pavesas y Lar tenía que presentarse en Expoesía, en Donosti, Madrid y Zaragoza. Lo impidió la pandemia.
Os debo cuanto escribo. Estos apuntes, los ensayos iniciados, los poemas que guardo...
La sabina resiste. Su crecimiento es lento.