martes, 8 de junio de 2010

RÉQUIEM TORREBRUNO

Soy la ciudad o no soy nada. Yo era el niño que ardía en mis ojos con la ternura eléctrica de las navidades de una ciudad de provincias. Yo era un niño que soñaste tigre de sombras, cuando el mundo nacía cada tarde tras un escaparate de televisores mudos y la dulce selva falsa del neón. Pero es imposible escribir nosotros a estas alturas del silencio, con Peter Pan chapero y con el bicho, y tú jubilando sonrisas en el país de nunca jamás de las audiencias fieles y las lealtades estadísticas. Mi corazón luminoso revolotea sin sueño con la suave maquinaria de la piel encendida, con su lengua de trapo y su juguete cansado, con su latir publicitario y cursi. Si pudiese sentir se pararía, si pudiese pensar... Yo era la infancia de un payaso; yo quería ser, cuando Spain era different y tu voz arrasaba en Benidorm, cuando el invierno no era Baqueira, cuando el verano era un mundo de barreños y azoteas al sol universal de los geranios... Ahora tan sólo escribo. Las gramáticas me indultan el poema. Los libros me ofrecen su tregua callada. Las palabras espejean en los aparadores, y yo aplasto mi cara contra el vidrio y quiero ser. Pero la vida tira de mi mano, es tarde ya, mañana hay cole. Soy el niño que recorta cuidadoso mi locura y la esconde en el álbum de la angustia, soy el adulto que arrastra mi infancia por la acera mojada del miedo a la noche donde llueven los acordes de Rocky Carambola sin dioses ya, ni tiempo, ni respuestas... Mi corazón se viste de polvo en el desván. Mi corazón de versos y pornografías. Mi corazón automático Si pudiese sentir... si pudiese sentir sabría que mi sexo aún bebe los licores de la noche de reyes. Pero ahora sólo escribo soy la ciudad o no soy nada; y me detengo, y leo estas mismas palabras en otro tiempo, con otros ojos, con otros niños devorados por el silencio de las fotografías en todas las agendas, con la tristeza infinita de la carta de ajuste, con el circo de un bufón televisivo... Pero tú, Walter Rocco, que vendiste tu futuro de púgil por mi infancia, tus balances desiertos por mi reino en blanco y negro, tu vida pequeña de showman; tú que tocaste con Lennon en Las Ventas cuando la vida era tergal y catecismo, me pones el alma chiquilla y hortera con la magia tan cutre de tu smoking naranja. Mi corazón es un recorte de prensa y otoño. Mi corazón que se apaga en el teclado. Mi corazón eterno de payaso. Si pudiese sentir sería una ciudad. La decisión de naufragar. Antología. Tertulia de poesía Mediona 15. Cuadernos de la Perra Gorda, Tarragona, 2001 Gracias por ser, Agus.

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