Los agentes literarios se asemejan a las entidades financieras en que se tornan solícitos cuando olfatean que ya no son necesarios sus presuntos servicios.
Fotografía: María José Valdivia
Ácaro de Tormes
Los agentes literarios se asemejan a las entidades financieras en que se tornan solícitos cuando olfatean que ya no son necesarios sus presuntos servicios.
Ácaro de Tormes