domingo, 19 de septiembre de 2010

Hermano, aquí mi mano...


Cuadro de Pere Fort para el libro José Antonio Labordeta: creación, compromiso, memoria. Coedición de Rolde y SGAE, con la colaboración del Gobierno de Aragón. Coordinador Javier Aguirre Santos. (Zaragoza, 2008)

Gracias a la iniciativa y al trabajo de nuestro amigo Javier Aguirre, compartimos el privilegio de colaborar en este libro homenaje y de conocer a esta gran persona.



La palabra
en que despunta el sueño
renuncia a amilanarse
                                 ante su simulacro.
Hebra que hilvana alientos
y preserva
                  el gesto que nos une,
sabe que los vilanos
no luchan contra el viento
-su violencia no logra
sino escampar la vida,
                                   la ingravidez,
                                                         la forma...
Sabe de un canto
que desconoce el liquen
-torna siempre
                        a saltar
                                       contracorriente.
La palabra no sirve,
                                   es,
                                            si la nombramos.
Y nada ha de poder
                                   contra la realidad,
                                                                 sino crearnos.

José Ángel Hernández


Fe de erratas: En la página 378, aparece villanos en lugar de vilanos.





En el libro Los nuevos ilustrados, publicado por Rolde de Estudios Aragoneses (2007), Javier Aguirre publica una interesante entrevista a José Antonio Labordeta. Con la amabilidad que le caracteriza, nos la ofrece para nuestro blog. Dada su extensión, reproducimos algunas partes.


José Antonio Labordeta

José Antonio Labordeta (Zaragoza, 1935) ha sido catedrático de instituto, cantautor, escritor y poeta; ha participado en la fundación de varias publicaciones, de entre las que destaca la mítica Andalán; ha sido un prolífico articulista en numerosos medios de comunicación y ha presentado y realizado excelentes programas de televisión. Hasta la fecha ha grabado 18 discos y ha publicado una veintena libros, entre los que se encuentran poemarios, novelas, cuentos, artículos periodísticos, memorias y libros de viajes. Durante el periodo 2000-2008 ha defendido los interesen de Aragón en el Congreso de los diputados como representante de la Chunta Aragonesista. José Antonio Labordeta es uno de los aragoneses más representativos del siglo XX.

Hasta la fecha cuentas con una veintena de libros publicados. Este año has publicado la novela En el torbellino, pero afirmas que te sientes más poeta que escritor

Sí. Como soy vago, soy más poeta que escritor. No es tan fácil ponerse ante un folio en blanco y llenarlo. Me da pavor, aunque es más difícil escribir poemas que literatura. Es un oficio raro, se empieza de chiquillo y, pedantemente, quieres mostrar al mundo como sientes el amor, la vida. Pero también es duro. Hay que escribir todos los días, pues cuando dejas de escribir dejas de ser poeta. Antes escribía un poema diario, y al final del año tenía poemas suficientes para publicar un libro. Ahora, con la política no escribo poemas, el Congreso no inspira. No obstante, publiqué Cuentos de San Cayetano hace un par de años, que va por la tercera edición, y este año he publicado En el torbellino en Anagrama. Ahora estoy escribiendo un libro que se desarrolla en Belchite. Tiene que ver con mi padre, que iba para cura, y que se salió dos meses antes para casarse. Pero como soy muy vago, tardará en publicarse unos ocho o diez años y no creo que viva para verlo.

En realidad se te conoce más como político y cantautor, incluso como personaje de la televisión, que como escritor, que es lo que realmente te sientes. Poca gente sabe que tu primer libro data de 1959.

¡Ya ha pasado casi medio siglo! Sí, se trata de un poemario que titulé Sucede el pensamiento. Lo escribí con 24 años, es decir, muchos años antes de grabar mi primer disco y muchísimos años antes de dedicarme a la televisión y a la política. Se trata de un poemario casi adolescente, ya sabes, muy centrado en el yo y todo eso. Mi siguiente poemario, Las Sonatas, ya data de 1965.

Desde esa fecha has publicado poemas regularmente. Hasta Monegros, que data de 1994. Desde entonces no has vuelto a publicar nada nuevo en poesía.

No, durante estos últimos años he andado muy atareado, y la verdad es que la política me inspira más bien poco. Desde Monegros no he publicado poesía, si bien en 2004 la editorial madrileña Huerga y Fierro publicó una antología, Dulce sabor de días agrestes, que recoge una parte importante de mis poemas y canciones, pero que no contiene obra nueva.

Una antología necesaria, habida cuenta de que tus poemarios se habían publicado en numerosas editoriales y ciudades, y prácticamente todos ellos estaban descatalogados, algunos desde hace décadas.

Es cierto. Además, la primera antología, que la publicó José Carlos Mainer en Lumen, es de 1976. Desde entonces hasta Dulce sabor de días agrestes había publicado bastante, por lo que parecía un buen momento para reunir otra antología.

Cuando hablamos de tu condición de poeta es inevitable hablar de tu hermano. ¿Cómo influyó Miguel en tu vocación literaria? En el disco Labordeta en directo lees un poema de Miguel, Retrospectivo existente, y en la presentación afirmas que es una persona a la que le debes el 97 por cierto de lo que eres.

Y así es. Miguel era catorce años mayor que yo y además compartíamos habitación. Miguel me influyó totalmente. Miguel es un poeta redondo, crea un mundo, es lo que hacen los grandes poetas, su mundo. Yo soy solamente un versificador. Hay una influencia muy fuerte de Miguel, porque él tenia una biblioteca importante en casa, me prestaba libros y, aunque nunca señalaba los poemas, me indicaba por dónde debía ir. Nunca me corrigió un poema pero tenía la habilidad de marcarme. Entre su poesía y la mía hay mucha diferencia, la misma que entre un buen y un mal poeta.

Por cierto, durante tus años en la política institucional te has servido en más de una ocasión de su poesía para denunciar alguna situación. Por ejemplo, durante la guerra contra Irak leíste en el Congreso un poema de Miguel y se lo dedicaste a Aznar. ¿Cómo fue aquello?

Aznar no es tonto, entiende las cosas. Fue un momento duro cuando le dije: “como sé que a usted le gusta la poesía le voy a leer un poema de una gran poeta español”. Y empecé a leer: “Dejad tranquilo a ese niño que duerme en su cuna.” Se creó una gran tensión en el Congreso. Y al final, como sabemos, no sirvió de nada, porque Aznar envió las tropas, con las terribles consecuencias que todos conocemos.

Empezaste a escribir en tu época de estudiante. ¿Qué recuerdas de aquellos años de universidad?

La universidad de mis tiempos era un desierto. Aparte de Yndurain en literatura, Frutos en filosofía y Lacarra en medieval, el profesorado dejaba mucho que desear. Las cátedras se ganaban por méritos de guerra. En fin, salías sin preparación, sin una mínima bibliografía. Y aún así, llegamos a hacer cosas. Recuerdo que con Alberto Castilla hicimos teatro de Sartre y Valle Inclán. Y luego, fuera de la universidad, estaban Miguel y los poetas reunidos en torno a Niké. En ese sentido, he sido un privilegiado, pues ese ambiente me abrió una enorme cantidad de referencias desde una temprana edad. Esas referencias se han reflejado en mis poemas, sobre todo Vallejo, Machado y, por supuesto, Miguel.

¿Cómo era Zaragoza en aquellos años?

Zaragoza era una ciudad provinciana pero muy culta: estaban las librerías Pórtico y Libro, había una gran actividad pictórica, y existía un magnífico cineclub. Teatro, menos. En fin, los fines de semana estaban el fútbol y los amigos del bachiller, como Emilio Gastón y Vicente Cazcarra, con los que he seguido manteniendo una estrecha amistad.

Nada de política

Nada. Sólo a través de la cultura.

Has recordado alguno de tus amigos del bachiller. En más de una ocasión has comentado que ellos han sido tus mejores compañeros de viaje.

Sí. Mis compañeros de bachillerato y, por supuesto, mi mujer, que ha soportado mis ausencias de una manera encomiable. Gracias a que ella tenía su oficio, si no, me habría mandado a paseo, porque he estado muchos días fuera de casa.

Tras completar tus estudios universitarios marchas de lector a Aix-en-Provence, donde pasas dos cursos, y a la vuelta te casas con Juana, aprobáis las oposiciones y os vais a trabajar al Instituto de Teruel. Es en Teruel donde descubres Aragón y donde te haces cantautor.

Ocurrió por casualidad. Tras acabar la carrera estuve de profesor en Francia en los años más álgidos de la guerra de Argelia. Vivía en un pueblo cerca de Marsella, donde actuaban los mayores cantautores del momento, Brassens, Brel, etc y eso me fascinó. Recuerdo que la primera canción que escribí era la de un muchacho que iba por el metro, porque lo que a mí se me daba bien era cantar rancheras, Cucurrucucú Paloma y todo eso. Ya en Teruel de profesor llegó también por allí José Sanchis Sinesterra, el autor de Ay Carmela, y me trajo unos discos de Raimon y de Paco Ibáñez. Empecé a cantar canciones rudimentarias, con solamente dos acordes, sobre lo que yo veía por aquella tierra, las arcillas, los leñeros, la gente que se marchaba. En Teruel también descubrí Aragón, de la mano de Eloy Fernández Clemente. Intenté hacer una canción muy brasseniana, Réquiem por un pequeño burgués, tenía 33 años. Un día vi un anuncio de EDUMSA en Cuadernos para el Diálogo, en el que pedían maquetas para grabar un disco y entonces envié una. Les gustó y vine a Madrid en octubre del 68 a grabar un disco con cuatro canciones, pero en enero del 69 lo retiró la censura. Yo pensaba que ahí se acaba mi carrera musical pero de pronto descubrí que podía seguir haciendo canciones Un día mandé a una editorial catalana una casete con 20 canciones, entonces ya cantaba en directo, y grabé el disco. Y hasta hoy, que ya son unos 20 discos.

Muchas de esas canciones se han convertido en auténticos himnos. Es el caso de Aragón o Canto a la libertad.

Cuando las escribes no piensas que se van a convertir en un hito. Lo haces porque te apetece, porque sentimentalmente quieres contar eso. No sé, el Canto a la libertad, La Albada, el Somos, son canciones que la gente las canta, están muy unidas a lo rural. Hay una etapa muy rural, de cuando vivo en Teruel y paso largas temporadas en Belchite. Canto al problema de la emigración, la gente que se va. La historia cambia. Ahora he hecho una canción hablando de la nueva emigración, vivo en un barrio donde llegan los autobuses que traen a los emigrantes, y empiezo cantando una vieja canción: “Si en algún camino encuentras gentes con la casa a cuestas no les hables de su tierra, que te mirarán con rabia”, y a continuación empiezo con la nueva letra que habla de la muchacha rumana, la madre nigeriana.

De tus actuaciones en directo en aquellos tiempos ¿hay algún recuerdo que se te haya quedado especialmente grabado?

Recuerdo especialmente algunas actuaciones de la transición. Hay una anécdota que me emocionó mucho. Recuerdo en un concierto homenaje a Dolores Ibarruri en el Palacio de Deportes de Madrid. Aquel día fue tremendo, en un momento del concierto me di cuenta que Dolores Ibarruri también tarareaba las letras junto al canto del público. Se me quedó la garganta seca. Otra anécdota que recuerdo fue el concierto de los Pueblos Ibéricos en la de Universidad Autónoma de Madrid, se hizo en momentos duros de la historia de este país. Y otros en Aragón; por ejemplo, me han enviado un cartel de las fiestas de un pueblecito perdido de la sierra de Teruel del año 75. Dice que habrá un festival de jotas con la ronda de Aliaga y la Riverica del Jiloca, al día siguiente canto yo y, luego, ganado vacuno…Este lugar lo recuerdo con mucho cariño, porque volví a cantar otra vez en las fiestas del 76, 77, 78, y he vuelto muchas veces más. Este año me han invitado también pero estoy un poco depre para viajar.

¿Tienes en la actualidad previsto algún nuevo disco?

Disco no tengo. Hoy día no tiene mucho sentido, lo importante es el directo. Lo interesante es hacer un espectáculo divertido, que la gente cuando salga sienta que se lo ha pasado bien. Afortunadamente, todavía me llaman de numerosos lugares para cantar, aunque la verdad es que he tenido que limitar mucho mis viajes. A mi edad debería estar tranquilamente en Benidorm o en Villanúa.

Al volver de Teruel en el año 1970, te sumerges de lleno en la vida de la ciudad, por ejemplo en el proyecto de Andalán. ¿Cómo valoras desde hoy aquella experiencia?

Creo que Andalán contribuyó de modo decisiva en la recuperación de Aragón como comunidad y como realidad histórica. Por ejemplo, la bandera, la misma institución de las Cortes o el derecho foral son símbolos e instituciones en cuya recuperación contribuyó Andalán de forma considerable. Aunque cada uno haya llevado su posterior evolución, mayoritariamente hemos encontrado nuestro lugar en la izquierda. Fueron años duros, pero los grandes proyectos de futuro empañaban nuestras vidas, y realmente valió la pena.

Por cierto, ¿cómo ves tu ciudad actualmente? Realmente ha cambiado mucho, pero supongo sigues viéndola desde tu particular visión de amor-odio.

Sí, porque para mí Zaragoza ha sido siempre madre y madrastra, víscera, corazón y también cabreo profundo. De todos modos, veo que durante estos últimos años se ha ido transformando muy positivamente. Zaragoza es una ciudad viva, con grandes proyectos de futuro y con nuevos ciudadanos venidos de fuera que dan vida y color a la ciudad. El gobierno municipal formado por PSOE y CHA marcó el contrapunto al tradicional maltrato al que siempre la habían sometido los jerarcas. Lástima que el gobierno de progreso no tuviera continuidad.

Chunta formó parte del gobierno municipal en coalición con el PSOE, detentando además cargos de mucha responsabilidad, como por ejemplo urbanismo. ¿Cómo ves, ya desde la distancia, la labor de Chunta en el gobierno ciudad, ahora que se encuentra en la oposición?

Pues veo que tras la lógica ingenuidad de los primeros tiempos Chunta lo hizo francamente bien. Has nombrado la concejalía de urbanismo, y creo que la gestión de Chunta fue un ejemplo: se recuperó la casa Solans, el Fuenclara, la transformación del parque lineal…, por otro lado se hizo un gran esfuerzo en la construcción de viviendas de protección oficial. A Chunta nadie le podrá denunciar por especulación de terreno. Visto lo visto, ya sólo por eso sería buena su gestión.

¿Cómo explicas entonces el varapalo a Chunta en las autonómicas y municipales de mayo de 2007? El Heraldo de Aragón habló incluso de “hundimiento”.

Bueno, las valoraciones del Heraldo son las lógicas dentro de su línea editorial, y no hay que darles mayor importancia. Una cuestión muy distinta es el castigo de los ciudadanos. Sinceramente, creo que ha sido injusto. Por otra parte, creo que ha habido una evidente falta de publicidad de los logros de Chunta, que no se ha sabido “vender” al electorado en general y a sus propios votantes en particular.

¿Cómo ves Aragón?

Pues yo veo que Aragón va a seguir hacia delante, en gran medida gracias al enorme potencial de Zaragoza. No estoy en absoluto de acuerdo con el título de aquél famoso libro de Mariano Gaviria, Zaragoza contra Aragón. Se pueden crear grandes núcleos de población por la propia expansión de Zaragoza. Creo que la falta de grandes ciudades es un problema grave. Pero tenemos mucho espacio, y creo que con el tiempo más y más empresas se asentarán en Aragón, por lo que su peso dentro del estado y de Europa aumentará. La verdad es que soy optimista.

¿Qué va a pasar con el trasvase del Ebro?

El trasvase es una cosa antigua. Ya está pasada. No hay agua suficiente para regar los campos aragoneses y catalanes, y en Navarra lo mismo. Y cuando hablamos del Ebro tenemos que hablar de la Confederación Hidrográfica del Ebro, son los pantanos, riegos, canales. Hablar en estos momentos del trasvase del Ebro es absurdo. No se hace para solucionar el problema de la agricultura valenciana o murciana, se hace, fundamentalmente, para solucionar el problema de la locura urbanística que se está produciendo en todas estas zonas, de las grandes urbanizaciones, cargándose el Mar Menor. Claro, los turistas se bañan, se duchan, tienen su piscina particular... Todo eso hay que regarlo, y en Murcia hay una zona costera con desaladoras. Pero ellos están metiendo las urbanizaciones en el interior, en una tierra que es absolutamente polvo, no es arena, es polvo. Allí necesitan llevar agua. Es un desastre. Invito a la gente a que vaya a ver hoy como está el Ebro. No tiene agua. He visto a los piragüistas bajarse para empujar la canoa en mitad del río. No hay agua.

El precio que ha pagado Aragón con los pantanos y tantos pueblos abandonados es muy alto. ¿Cómo lo vives?

Aragón ha pagado un precio muy alto por todos esos pantanos. Para regar la agricultura de Cataluña. La provincia de Huesca es la provincia de España que cuenta con más pueblos abandonados. Pueblos que fueron obligados a ser abandonados para no colmatar los pantanos que se hicieron. Hay algunos valles, como el valle de la Garcipollera, donde obligaron a todos sus habitantes a marcharse porque su agricultura podía colmatar el pantano de Yesa. Gentes que tenían su vida hecha en unos pueblos preciosos, muy resguardaos del viento del norte. El problema de Aragón es que tenemos muchas hectáreas sin regar y nosotros estamos porque no se haga. No vamos a regar por regar. Existen zonas que tienen el sueño de ser inundadas y hay canales que se están haciendo, y esas sí queremos que se rieguen, pero no aumentar el nivel de terrenos porque eso significaría matar el Ebro, y el Ebro no da más de sí. Además, el Delta hay que cuidarlo también con el agua que llega. Algunos ya anticipan que la próxima guerra va a ser por el agua. Hace años Mario Gaviria decía que de las dos riquezas futuras de España iban a ser espacio y agua, porque efectivamente, ahora se está ocupando ese espacio de la costa, pero el día que ese espacio de la costa este lleno la gente se va a marchar de nuevo al interior. Tener espacio va a ser muy importante.

¿Y qué me dices de Teruel? ¿Ya existe?

No existe todavía. Teruel tiene un problema muy complicado. Por un lado, se encuentra lo que llaman el bajo Aragón que es la zona de Alcañiz, Calaceite, la salida natural del valle del Ebro por la parte de Tarragona, con una agricultura rica. Después la zona de Escatrón, una zona paralela al Ebro por el sur, y después, el interior de Teruel, lo que llaman la Sierra, la Sierra de Albarracín , del Maestrazgo. Es complicado. ¿Y cuál es la solución? Yo digo, en broma y los turolenses se enfadan mucho, que la solución es el turismo valenciano. No hay otra salida. Industrializar, llevar agricultura a zonas tan duras es casi imposible. Allí se ha sobrevivido al hambre. Eran sitios muy duros, con un clima duro y la gente vivía porque las necesidades eran muy pequeñas, pero cuando han empezado a tener otras necesidades se han tenido que marchar, como pasa en la España interior, y habría que buscar una salida. Teruel sigue sin existir.

Todos estos temas –el trasvase, los pantanos, las infraestructuras de Teruel- los has llevado una y otra vez a los debates en el Congreso. Hablemos de tu actividad política durante estos últimos años. Tras unos meses como diputado en las Cortes de Aragón, fuiste elegido diputado en las elecciones generales de 2000. ¿Cómo ha sido tu experiencia de estos años?

Pues de todo ha habido. Tras la victoria de Zapatero en 2003 la cosa cambió bastante. Para empezar, con Zapatero pudimos hacer política en el Parlamento, en la época Aznar no se hacía política, se ejercía el autoritarismo. Yo a las seis de la tarde cerraba el despacho y me iba. Pensaba: “hombre nos podían mandar el sueldo a casa, así evitaríamos los gastos de viaje”. La etapa de Aznar era de un autoritarismo tremendo, de falta de sentido democrático. Hubo situaciones muy complicadas, una de ellas fue durante un debate sobre el Estado de la Nación, cuando contestó a todos los diputados y tenía que responderme a mí dijo: “y al señor Labordeta ni le contesto”. Se permitía el lujo de decirlo y hacerlo. Esa era la democracia que él entendía. Y así en todo. (…)

¿Sigues siendo republicano o te has hecho monárquico?

Republicano. Soy hijo de un republicano azañesco, de los que pensaban que la cultura iba a cambiar el país. Y se encontró con el disgusto de la Guerra Civil, fueron los que más sufrieron, porque socialistas y comunistas tenían vocación revolucionaria y la CNT pensaba, de hecho, que se estaba haciendo la revolución del 36. Soy partidario de la República porque aunque te puede tocar un Aznar de presidente, también te puede tocar un Zapatero. Ahora mismo hemos tenido la relativa suerte de tener un personaje como Juan Carlos, que no se ha metido en política, él sabe que no puede tocar mucho los cojones a los españoles. Pero ahora viene el Felipe, y no sabemos cómo va a ser, o la Leticia y la Leonor. Todos los países europeos a los que se mira son tradicionalmente republicanos como Francia o Italia.

¿Has viajado mucho con el país en la mochila?

Me he recorrido todo el país, he estado en Canarias dos veces, Baleares, Galicia, en toda la geografía española. Es una experiencia estupenda pero durísima porque tenías que convencer a una persona para que hablase ante la cámara sin que tuviese en cuenta al señor de atrás, al otro iluminando, en fin…Pero, no sé por qué conseguía que hablasen conmigo solo, y eso es lo que da sensación de naturalidad en la grabación, una conversación del paisano y yo solos.

Conozco mucha gente que se interesó por el turismo interior con esta serie de TVE.

Sí. Iniciamos el rodaje en el 90 y se emitió cuatro años después, es cuando mucha gente se inicia en el senderismo en este país. Hay gente que se ha cogido el libro y se han ido a las Encartaciones, al Delta del Ebro. Me han parado por la calle y me han dicho este verano nos hemos ido la mujer y los chicos a tal sitio… Estoy contento con esta serie porque dejo algo en la vida, además es bonito. Con la música pasa algo parecido. El otro día fui a un programa de radio, y uno de los contertulios me dijo: “¿no vendrás a cantar?, le dije que no, iba a hablar, y me respondió: “es que mi padre sólo tenía una casete, era tuya, y nos llevaba y nos traía de Benidorm todos los veranos con la misma cinta, o sea, que te odiamos toda la familia”.

¿Cómo has podido compaginar tu vida pública con tu vida familiar?

Como ya te he dicho, he pasado mucho tiempo fuera de casa, con todo lo que ello supone. Pero en la medida de mis posibilidades, he intentado que fuera una familia normal, no dogmatizada. He tratado de que fuera una familia de izquierdas, con todo lo positivo que tiene ser de izquierdas, no he dogmatizado ni en pintura, ni en poesía, ni en nada. Al final, resulta que por no dogmatizar han cogido caminos que me gustan. Si eres dogmático, a un militante del PCE le sale un hijo del OPUS, y a uno del OPUS, uno del PCE. Me ha salido gente racional y razonable.

¿Te gusta ser el Abuelo para los aragoneses? ¿Te molesta que te lo llamen los ajenos?

No me molesta. Lo del Abuelo surge de Andalán, una revista de la izquierda aragonesa, la redactora que llevaba las actividades, iba diciendo quiénes tocan, aquí allá, y yo como era el más mayor, tenía 33 años, y los de entonces no habían hecho la mili, me empezó a llamar el Abuelo cariñosamente y así se quedó.

Tras estas dos legislaturas como diputado de la CHA, has decidido no repetir. Así lo anunciaste en el debate sobre el estado de la nación en el Congreso.

No. Estoy muy cansado y hay mañanas que me cuesta levantarme para venir al Congreso. Seguiré en política porque si eres ciudadano hay que seguir en política, bien de una manera, bien de otra, lo que no puedes es decir “me voy a ir a una isla desierta”. Estaré en Zaragoza y seguiré estando en estas cuestiones pero sin estar en el lío.

¿Y qué harás cuando te jubiles?

Pues leer, escribir, pasear, estar con mis nietas, con mi familia y mis amigos. Y pasar más tiempo en Villanúa. En Aragón mis conciudadanos me han tratado muy bien, pero quiero pasar a la “clandestinidad”. Durante mucho tiempo he estado en primera fila, en la tele y todo eso. Y ya va siendo hora de dejar paso a otros.



Javier Aguirre (Zaragoza, 1959). Doctor en filosofía. Profesor de Filosofía Antigua, Medieval y Hermenéutica en la Universidad del País Vasco (San Sebastián). Ha publicado Filosofo presokratikoak (Klasikoak, 2004), La aporía en Aristóteles (Dykinson, 2007) y Aristotelesen Metafisikari sarrera (Jakin, 2008). Ha colaborado en la traducción de textos clásicos griegos a la lengua vasca, de entre los que destacan la Metafísica (Klasikoak, 1997) y la Etica a Nicómaco (Klasikoak, 2001) de Aristóteles. Recientemente ha participado en los trabajos colectivos Filosofía en un mundo global (Anthropos, 2007), Filosofiaren Historia (Elkar, 2008) y Filosofía de la Innovación (Plaza y Valdés, 2009). Ha sido el editor de Dulce sabor de días agrestes (Huerga y Fierro, 2003), antología poética de José Antonio Labordeta, autor al que también ha entrevistado en el libro Los nuevos ilustrados (Rolde, 2007), y ha sido el coordinador del libro-homenaje José Antonio Labordeta. Creación, compromiso, memoria (Rolde, 2008). Durante los años 80 tocó, grabó y colaboró con numerosos grupos, incluídos los míticos Golden Zippers. Reflejó parte de esa época en el artículo “Más Birras. Rock al este del Moncayo” (Rolde nº 103, 2003). Es miembro de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega, de la sociedad helenística “Kairos kai logos” y del Rolde de Estudios Aragoneses.





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