domingo, 15 de junio de 2014

¿Qué me han enseñado vuestras alas?





A vuestra edad todos queremos empezar a probar nuestras alas. Y así ha de ser, para que se fortalezcan poco a poco y algún día podamos llegar muy lejos. Pero, si somos prudentes, para evitar daños previsibles, escuchamos los consejos de quienes ya volaron y, en ocasiones, se dejaron algunas plumas en los escollos del aire.
Los maestros aprendemos mucho de los alumnos. Esto no son palabras bonitas que se digan para quedar bien. Os pondré unos ejemplos de lo que he aprendido con vosotros.
El vuelo de los que sois compañeros generosos y amables me ha enseñado que el lenguaje de los sentimientos no se compone de letras ni fonemas, ni siquiera de gestos esporádicos que miran de reojo a los demás. El lenguaje de los sentimientos se hilvana con la luz de cada madrugada, con pespuntes de dicha y de quebranto que se comparten como el pan entre hermanos, con la mano del amigo en el hombro…
Los que no habláis mucho, no estáis continuamente llamando la atención de una manera u otra y hacéis vuestro trabajo sin levantar la voz apenas, siempre observando, escuchando, con lo que pareciera una cierta timidez… Vuestro vuelo silencioso me ha enseñado que hay un protagonismo sin estridencias, que persiste bajo la corriente, al que no afectan tempestades ni diques. Ese protagonismo que parece su ausencia, que transcurre callado, mas impide que nos cieguen los destellos de la superficie, consigue que perdamos el miedo a encallar, a nunca ver el mar.
Los vuelos imprevisibles y sin freno de los que no paráis y os cuesta concentraros, me han enseñado que los aprendizajes más duros atañen a lo que menos conocemos (nosotros mismos), y a veces los queremos de hoy para mañana. Como si amaneciese más temprano clamando por el sol o riñendo a la luna para que se acueste.
Todos y cada uno de los vuelos de nuestros alumnos nos enseñan algo fundamental. Sobre todo, que si la Paciencia es la madre de las ciencias, el padre sería el Esfuerzo. Los venerables abuelos podrían llamarse doña Constancia y don Deseo. Don Deseo tendría unos apellidos hermosos como Cultura y Saber. Los apellidos cambian con el tiempo, como bien sabéis. Los antepasados de don Deseo se apellidaban Cultivo y Sapiencia. Y los antepasados de sus antepasados se llamaban Sapiens Sapiens. Hace muchísimo tiempo se distinguieron de sus primos porque ampliaron y desarrollaron sus herramientas fundamentales: la cultura y el lenguaje, para sobrevivir entre otros seres vivos, algunos peligrosos y mejor dotados físicamente. Y lo consiguieron porque actuaban juntos, porque se comunicaban y se ayudaban en las tareas de caza, recolección, etc…
Sí. Me habéis enseñado muchas cosas. Espero que la señora Paciencia, el señor Esfuerzo y los venerables abuelos doña Constancia y don Deseo de Cultura y Saber os acompañen siempre. Vosotros necesitáis ser escuchados, pero ellos son felices cuando ven que un solo niño les atiende, porque os aprecian, porque para ellos no hay nada más preciado que vosotros.






José Ángel Hernández
12 de junio de 2014

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