domingo, 22 de junio de 2014

Quien a buen árbol se arrima...



Me duelen hasta las cejas. Podar, arrancar hierbas, acarrear, barrer...
No obstante, creo que me conviene el trabajo físico. Antes de decir o escribir una palabra debería mirarme los arañazos, las manos... Así, cuando el comisario político de turno me pregunte de nuevo: -¿De dónde eres? (La clave para todas sus "interpretaciones"). Podré responderle de manera más breve que la habitual (dónde vivían mis padres cuando nací, en las comunidades donde me crié por su caprichosa costumbre de emigrar, dónde vivo y nacieron mis hijos...); podré responderle: de la tierra. Porque mis manos me recordarán de las manos que vengo. Después, si me quedan ganas, le preguntaría: ¿Y tú, bajo qué sombra te cobijas?

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