viernes, 10 de abril de 2020

Así de sencillo. Así de difícil.



Comprendo casi todas las actitudes pero, a cierta edad, uno ya no puede ni quiere perder el tiempo. “Convencer es estéril” escribió Walter Benjamin. A partir de la experiencia que la vida nos ofrece si la acompañamos de reflexión, interpreto que todo lo que no parta del autoconvencimiento es estéril.

La realidad está golpeando duro, con el agravante de que nos coge desprevenidos y sin medios suficientes para responder. ¿Qué hacer?

No es momento de sacar lo peor de nuestros sentimientos, por lógicos y racionales que sean. No ayuda, ni nos ayuda. Comprendo la indignación y el resentimiento frente a quienes desconocen la ética. Pero creo que es en los momentos difíciles cuando nos retratamos todos. Los que arriman el hombro calladamente, sin aspavientos, nos muestran la actitud que puede hacernos avanzar.

Intento dominar, por tanto, las respuestas. Especialmente las que no aportan, las que no construyen, las que no combaten la tristeza, sino que dejan finalmente un regusto amargo de impotencia. Comienzo por la disciplina, el hábito de un trabajo físico e intelectual que nunca será vano. Y, cuando pienso, procuro “hacer acopio de ternura” que diría mi buen amigo Felipe Juaristi. Quisiera centrar mi atención en quienes están ayudando (hay quien no puede esperar) y en quienes cumplen con su responsabilidad cada día. Así de sencillo. Así de difícil.





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