domingo, 10 de julio de 2011

No envejece el mar ni sus olas,
ni siquiera tu silencio ni el mío.
Tu nombre llama
al reloj perdido.



El verso es inexplicable
excepto por la página.




Quizá porque estoy sólo y no sé

resignarme a mi silencio.
Hoy he roto palabras para ella,
quizá porque estoy solo y no sé
adaptarme a mi invierno.




Noviembre llora siempre

lágrimas ocres.
Te aferras al jarro vacío
de claridad que huye.




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